sábado, 10 de septiembre de 2011

La Bibilioteca de Gulliver


Conozco a poca gente con tanto entusiasmo y pasión por la poesía como José María Cumbreño. A su propia y excelente labor como escritor y poeta -a mi modo de ver, y dentro de lo que uno, con sus limitaciones, conoce, uno de los más originales y rigurosos de la poesía actual en España; y ahí están títulos como Retórica para zurdos, Genealogías o la antología La parte por el todo para corroborar esto que digo- se suma ahora su labor como editor, una faceta no del todo desconocida para él, pues ya dirigió hace unos años Litteratos, una colección de Littera Libros donde, como el estupendo lector que también es, nos dio a conocer a autores del otro lado del charco como el cubano Luis Manuel Pérez-Boitel, el uruguayo (u oriental) Manuel Arduino, o el argentino Diego Grillo Trubba, un magnífico narrador.
Y lo hace, con esa pasión que antes citaba, y bajo el sello de Ediciones Liliputienses, con La Biblioteca de Gulliver, una colección de libros de poesía de autores contemporáneos en lengua española -ojo, no sólo españoles- donde tendrán cabida 14 poetas de su particular preferencia, poetas en general poco conocidos pero con muchas cosas que y por decir; poéticas diversas que José María nos pone ante los ojos a través de su propia mirada, tamizadas por su filtro experto de lector.

De factura artesanal, las “ediciones liliputienses” son originales en la forma (tirada variable y numerada -alrededor de 50 ejemplares, para redondear-, ninguno de ellos es exactamente igual a otro -distinto papel o cubierta, diferente tipografía en cada uno…-, con el valor añadido de que los poemas incluidos son una selección personal del autor de que se trate…
Detalles que para quienes gustamos de estas cosas del papel impreso nos saben muy bien.

Con el inicio del curso escolar, Chema y yo hemos empezado a retomar nuestra costumbre de vernos al menos un par de veces al mes para charlar de esto y lo otro, de lo divino y lo humano. Así que desde hace unos días, con un café -él- y una cerveza -yo- de por medio, ya tengo en mi poder los dos libros que abren la colección:
Lo demás queda al azar, del mejicano Luis Arturo Guichard, y ¿Por qué hay un plato que gira dentro del microondas?, de Manuel del Barrio Donaire, jienense de Úbeda.

Y hablando de azar: desde hace unos meses, en este blog hay una sección titulada Textos perrunos donde voy publicando textos e imágenes en los que aparecen estos cánidos.
Pues bien, llegué a casa, abrí el libro de Luis Arturo y el poema que se me ofreció al primer golpe de vista fue el siguiente:

Mi perro de los aeropuertos

Cuando todo estaba colocado y el coche
rodaba con su olor aquel de aceite amargo
A esa hora de la madrugada
de la que no puede resultar nada bueno
El perro echaba a correr detrás de nosotros
La lengua, los ojos brillantes, las patas finalmente
derrotadas quedaban por un rato entre el polvo
atrás y el mundo era grande e innecesario
Era el perro de mi niñez, el que siempre
se me quedaba mirando desde la carretera
No he dejado de verlo desde entonces
en los aeropuertos, los taxis, las estaciones,
su mirada preguntando siempre adónde voy,
para qué voy, a esa hora de la madrugada
en la que el mundo
sigue siendo grande e innecesario.

¿Azar? Chi lo sa, que dicen los italianos.

En cartera, esperando turno, poetas como Rocío Cerón, Omar Pimienta, Gladys González, Cristián Gómez Olivares, Miriam Reyes o Alberto Santamaría.

Dentro de la modestia, pasión; dentro de la propuesta, rigor.
¿Es lícito demandar más a una colección de poesía?

Le he pedido que me reserve el nº 13 de cada entrega.

Gracias de nuevo, Chema.



2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias, Elías, por tus palabras. De largo, lo mejor de la poesía es que, de cuando en cuando, nos permite hacer amigos tan buenos como tú. Un fuerte abrazo.

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  2. De nada, Chema, un placer.
    Y además, es de justicia.

    Otro igual para ti.

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