AL
LIL*
I
He
aprendido a nombrarte bajo los apagones,
cuando
sabemos que la noche es llaga,
patio
interior, furtivos alhelíes.
No
se explican los claustros
sin
la fragilidad de los ayunos
y
versículos nómadas. La lluvia
cayendo
torrencial sobre los bulevares
no
impide que nombremos el amor
en
ciudades extrañas
donde
asumimos dos identidades:
laurel,
nocturnidad, que nos arraigan
en
la raíz del miedo primigenio.
II
Vendrá
la noche y me traerá tus ojos,
pequeños
intervalos de licor,
toda
la lejanía de las lenguas semíticas.
Vendrá
la noche cruel y tabernaria,
seremos
como extraños que se dan cita a ciegas
en
el café París. Vendrá la culpa,
unos
besos furtivos
en
algún mirador de la montaña,
donde
la oscuridad del arrabal
nos
hace vulnerables
y
nos ladran los últimos mastines
y
somos fugitivos
por
la cornisa de los jazmineros.
* Del árabe, la noche.
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