Esas bombillas de antes, casi ciegas a
falta de vatios, colgando del cielo raso de un cable forrado de tela y cagado
con saña por las moscas, como un fruto paso, renegrido ya y sin sustancia, se
me antoja una metáfora de cómo nos vamos apagando a poco que vivamos un poco más
de la cuenta.
Hace 4 años
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