miércoles, 13 de junio de 2012

Milagros de San Antonio



Divino, glorioso Antonio,
suplícale a Dios inmenso
que con su gracia divina,
alumbre mi entendimiento
para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente
que mantenía su casa
con el sudor de su frente;
y tenía un huerto
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.
Y una mañana un domingo,
 como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
diciéndole estas palabras:
-Antonio querido,
ven aquí hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado.
Mientras tanto yo esté en misa,
gran cuidado has de tener,
mira que los pajarcitos
todo lo echan a perder:
entran en el huerto,
pican el sembrado;
por eso te pido
que tengas cuidado.
El padre se fue a la iglesia
a oír misa con devoción,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó:
-Venid, pajarcitos,
dejad el sembrado
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Por aquella cercanía,
ningún pájaro quedó
porque todos acudieron
donde Antonio los llamó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajarcitos
alegres cantaban.
Al ver venir a su padre,
luego los mandó callar.
Llegó su padre a la puerta
y le empezó a preguntar:
-Dime tú, hijo amado;
dime tú, Antoñito;
¿tuviste cuidado
con los pajarcitos?
El hijo le contestó:
-Padre, no esté preocupado,
que para que no hagan daño
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande
al señor obispo
trató de avisarle.
Acudió el señor obispo
con grande acompañamiento;
quedaron todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
querían marchar.
Antonio les dijo a todos:
-Señores, nadie se alarme;
los pajarcitos no salen
mientras yo no se lo mande.
Se puso a la puerta
y les dijo así:
-Volad pajarcitos,
ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas
gavilanes y mochuelos,
verderones y avutardas;
salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Cuando acaban de salir,
todos juntitos se ponen
aguardando a San Antonio,
 para ver lo que dispone;
y Antonio les dice,
-No entréis en sembrado,
iros por los montes
 y los ricos prados.
Al tiempo de alzar el vuelo,
cantan con mucha alegría
despidiéndose de Antonio
y toda la compañía.
El señor obispo,
al ver tal milagro
por todas las partes,
mandó publicarlo.
Arbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión
merezcamos todos
la eterna mansión.

(Romance tradicional)

Ver y escuchar aquí

2 comentarios:

  1. Oportuna y encantadora esta entrada, Elías. Aún soy capaz de cantar este romance (con alguna variante),de tantas veces como se lo oí a mi padre, no en vano de nombre Antonio. ¿Y qué decir del «Responso muy milagroso a san Antonio de Padua», ese que comienza: «Si buscas milagros, mira: muerte y error desterrados...» En fin, viejas divinas palabras... Un abrazo.

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  2. Hasta ahora San Antonio hace milagros,cuando estuve en Italia ,visitè su Iglesia en Padova y quedè muy sorprendida al ver tantos devotos que tiene y no solo italianos.Optimo poema.Teresa J.

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