lunes, 26 de septiembre de 2011

Días



Para Francisco Javier Irazoki
Hay días que parecen salidos de una cadena de montaje: relucientes y, sin embargo, mortecinos; a estrenar y, no obstante, como oxidados.
Días con taras en las hechuras, con los bolsillos cerrados en falso, con las solapas colgando de un hilo, pespunteados de miedo.
Días arrinconados en un almacén en las afueras de la vida, rematados de saldo en algún mercado de baratillos del extrarradio, arrojados a la trituradora infame del olvido.
Días que nos atacan con la bayoneta calada, que nos apuntan con la pistola en la sien y el dedo en el gatillo, con sus víctimas a cuestas, pasados por las armas.
Días de contrabando, que no nos pertenecen, fuera de nuestras posibilidades.
Días con roña entre las uñas, con sospechas bajo los párpados, con llagas en las axilas.
Días con estruendo en las pisadas -asesinas del silencio-, días con la voz aguardentosa y rota de las desolaciones y los gritos, con el odio en la mirada.
Días partidos por la mitad, sangrando por las heridas, supurando por sus cicatrices, llagados en todos sus minutos.
Días como harapos sin color, como papeles rasgados de golpe, quemados en los bordes.
Días tirados a la basura, huyendo por el sumidero, ahogados en las cloacas, asediados por las ratas y las escolopendras en el fango.
Días en que hasta la aurora es sospechosa de romper el toque de queda, días emborronados por las sombras del delito, días en que las mañanas son susceptibles de ser detenidas in fraganti, días a los que es mejor darles esquinazo antes de que vengan a por nosotros. 

Días de no vivir.

4 comentarios:

  1. Nos gusta hablar de los días diáfanos, pero olvidamos o callamos los días negros, terribles de los que tú hablas aquí. Un saludo Elías y que vengan los días que nos enamoren, que decía el poeta.

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  2. También esos días son vivir, aunque quisiéramos eliminarlos del calendario.
    Un texto tan excelente como desgarrados.
    Hasta pronto.

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  3. Así es. Y, sin embargo, hay que seguir viviendo, hacer de tripas corazón, lamerse las heridas, tirar p'alante.

    Duro texto, escrito con el pulso firme.

    Un abrazo.

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  4. Isabel Román26 septiembre, 2011

    Impresionante, brillante texto, absolutamente evocador.
    Como profesora de Literatura lo valoro y lo digo, Elías, además de como la lectora de paisano que soy por encima de todo.

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