domingo, 11 de abril de 2010

Cilleruelo y los tranvías



Casi desde que se creó este blog -y va ya para tres meses- tenía ganas de insertar esta entrada en homenaje a José Ángel Cilleruelo y la cálida acogida que me ofreció en el trayecto de sus tranvías. Y sin pagar billete para el viaje que comencé desde que descubrí, asombrado y feliz, esta maravillosa página hace ya dos años y medio.




Luego descubrimos más cosas en nuestro viaje paralelo por sus vías: grandísimos amigos comunes, aficiones y lecturas, el amor por Portugal y los mercadillos, la poesía y los charcos...

Pero estábamos hablando de tranvías, esos románticos dinosaurios casi extinguidos que han vuelto a circular por muchas ciudades después de su muerte anunciada por el progreso.

Es tan poética la palabra tranvía: cabe sin chirriar en cualquier texto -y cuando aparece de repente en alguno de ellos, como a la salida de una curva ciega, lo mejora sin duda-, ya sea éste poema, relato o novela.

Entrad en ella, echadle un vistazo, y veréis cómo os atrapa igual que hizo conmigo.
Estoy casi seguro de que no tendréis más remedio que darme la razón.

En un gesto de grandeza, un buen día me anunció, sin darle importancia, que me había nombrado "Tranviario de servicio".

El mejor título que he recibido hasta ahora.





No me resisto a colgar aquí un poema suyo donde esa palabra aparece:

Canción triste de cabaret

A menudo me veían pasear
junto al río y mirar hacia la ciudad
con tristeza. Sólo esas aguas,
sólo un aire verdoso en los días limpios
sustituía el temblor de una mirada
al cobijarse entre las manos.
Regresaba en tranvía al oscurecer
ajeno por la babia de escaparates
iluminados. Descendimos
en silencio los cinco eternos rellanos,
te diste la vuelta al llegar al portal,
ya nunca más olvidaré esas palabras:
Olha, rapaz, en não acredito
no amor, mas apenas nos corpos.


(De Alfama, Víctor Orenga, Ed. 1987)




Imagénes:
Javier Fernández de Molina.
Tranviarios de servicio.
Fotograma de
La vida por delante (1958).

5 comentarios:

  1. Ahora entiendo. Algo tenías que tener de "tranviario" para conducirnos así, día a día, por tus palabras, tus sugerencias, tus descubrimientos; éste -uno más- para enmarcarlo y volver a él como se vuelve a los tranvías: seguros de que el viaje deparará gratas y entrañables sorpresas.

    Un abrazo

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  2. Maravillosos tranvías en las calles de Lisboa, dignos de homenaje al estar cargados de emociones, romanticismo y poesía. Me apunto a ese viaje al centro de una ciudad que bulle y que progresa... Me apunto al viaje entre raíles que enseñan los mejores puertos.
    Abrazos

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  3. Sí que es bonita esta palabra, al igual que el objeto que la nombra. A mí me recuerda a mi niñez, cuando iba al economato con mi abuelo; el tranvía me llevaba a por una caja de caramelos, que se compraba muy, muy lejos, después de pasar muuuuuuuchas casas y descampados.
    Preciosa entrada.

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  4. Entrada preciosa y poema precioso, siempre es un placer venir a tu casa

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  5. Gracias por vuestros comentarios amigos.
    A mí los tranvías siempre me produjeron una extraña ternura, y todavía cuando los veo en alguna de esas ciudades que los conservan me entran ganas de, no sé, como abrazarlos.
    Habrá más, no lo dudéis.
    Procuraré, en lo posible, seguir haciéndome merecedor de vuestras hermosas visitas.

    No dejéis de echarle un vistazo a esa página que cito. Os gustará.

    Abrazos.

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