jueves, 31 de mayo de 2018

La mosca de Tosansan


“Mosca, emblema atroz de la perseverancia”.


lunes, 21 de mayo de 2018

Truenos, gorjeos



Ayer cayó en Mérida una chupa de agua -mezclada con algo de granizo- bastante curiosa.
Y me acordé de este breve texto de Algo que perder:

Cuando el trueno se calla se sigue escuchando el gorjeo de los pájaros. O lo que es lo mismo según la sabiduría popular: Después de una gran tormenta, una gran serenidad.

domingo, 20 de mayo de 2018

Naufragios


Esas naves desdichadas que nunca llegan a buen puerto. 
Y quien dice naves, dice vidas.

domingo, 6 de mayo de 2018

Nómada en Béjar y Plasencia


Ayer estuve nomadeando un poco por las tierras altas extremeñas y las bajas salmantinas: con la fresca de la mañana me puse en marcha desde Mérida camino de Béjar para encontrarme después de más de un año con mi querido Luis Felipe Comendador, alias "Pipe", alias "Abuelo Canillas Blancas". 
Fui a llevarle unas cajas de libros fruto del expurgo que vengo haciendo en mi biblioteca desde hace tiempo y contribuir de esta manera con mi granito de arena (también me traje algunas cosillas de su mercadillo -un Max Aub, un Baroja, un jugador de futbolín de plomo, un pequeño hipopótamo de ébano, cojo de la siniestra, para mi bestiario particular, unos curiosos posavasos de cuero y cobre chilenos para regalárselos a mi hermano, una antigua esquila de oveja con un hermoso sonido...) al proyecto solidario (SBQ El Humanismo Pequeñito) en, y con, el que lleva batallando desde hace un montón de años casi sin tregua.

Alrededor de la hora del vermú, ya me encontraba en la Feria del Libro de Plasencia para presentar mi "De nómadas y guerreros" bellamente editado (aunque a Gonzalo no le guste el interlineado entre versos, jejeje) por Mario Quintana en LeTour1987.

Ofició de maestra de ceremonias con tino, suavidad y cariño, Judith Rico (me gustó mucho esa referencia a mi nacencia vallecana), a quien con estas líneas le doy las gracias por sus amables palabras. Y por allí mariposeaba también con su inquietud habitual Nagore, hija de Judith y mi "pequeño amor" placentino.

En la presentación, hice una especie de lectura comparada y compartida entre mi libro y esos otros dos de la imagen final ("Estampas de ultramar", de Aníbal Núñez y la "Antología de Poesía Primitiva", compilada por Ernesto Cardenal) y de los que le considero deudor en gran parte.

Entre el público, muy queridos amigos (Álvaro Valverde y Yolanda, Gonzalo Hidalgo Bayal, Álex Chico, Nicanor Gil y Julia, Juan Ramón Santos y Fátima, Jorge Ávila, Puri y Manuel -padres del gran Víctor Peña Dacosta-...) y un buen puñado de espectadores anónimos y atentos.

Rematamos como mejor supimos (procuré no alargar la cosa para no cansar al respetable), firmé algún que otro ejemplar y luego nos fuimos de bares y tapas, ea. 
Entre unos y otros, la cosa se alargó hasta casi la madrugada, no os digo más.

Muchas gracias a todos por regalarme tan hermosa jornada en vuestra compañía.