Aunque nadie me viera hacerlo, y las pruebas de que dispone su señoría sean de lo más circunstanciales, en contra del consejo de mi abogado, que insiste en que mi defensa no se sostiene con estos argumentos, he venido motu proprio a confesarle que sí, que fui yo.
No busquen más.
Pero fue en defensa propia, señor juez.
La maté porque mientras estábamos en la cama con el lío (ojo al dato, secretario, no mientras estábamos en la mesa o íbamos de paseo o le echábamos las sobras en la zahúrda a los gorrinos de los cojones), mientras hacíamos el amor, repito (que a ver si es que no había otro momento), no dejaba de darme la tabarra con lo gordos y bonitos y lustrosos que se estaban poniendo los cochinos para lo de la matanza, sabiendo, como sabía, que me lo tiene prohibido tajantemente don Ramón por lo de la cosa del colesterol.
Y así no hay manera de cumplir como un hombre.
-Niceto -me dice el médico, vale y pase que te eches un cigarrito de vez en cuando si te lo pide el cuerpo o le des un tiento al porrón en las comidas, pero el cerdo, óyeme bien, el cerdo, ni mirarlo, que te vas p´al otro barrio a escape.
Y que a mí, la verdad sea dicha, mi Raimunda, Dios la tenga en su gloria por los siglos de los siglos amén, después de treinta años de casaos, jamás de los jamases, vamos, pero es que ni en sueños, me ha llamado ni bonito ni lustroso: sólo gordo.
Y eso duele.
¿Tú no has "pensao" que con estos calores es "mu" malo reírse... jajaja..? Aún me estoy carcajeando. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué bueno!Me has hecho reir un largo rato
ResponderEliminarSaludos
Lo cierto es que los gorrinos se ven muy majos, aunque parezcan Vietnamitas, pero tampoco era para ponerse así. Tocino más o menos, para algunas cosas hay que tener concentración... por ambas partes.
ResponderEliminarSiempre hay una gota que colma el vaso, una confesión muy sentida, sin frivolidades...
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso.
Estupendo y rozagante relato. Es que en cuanto se toca el tema del colesterol pasa lo que pasa. Y más que debía de pasar. No sigo que me enciendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida Paloma (las damas, primero), queridos todos: si habéis pasado un buen rato, si os habéis reído leyéndolo, para mí es suficiente recompensa.
ResponderEliminarLa verdad es que yo también me río mientras los "perpetro".
Abrazos.