miércoles, 28 de julio de 2010

Cuaderno

 
Cuaderno
Como cada noche desde hace años, ya está aquí de nuevo mi torturador. Aunque a primera vista, y dado su aspecto inocente, nadie lo diría, os puedo asegurar que es un sádico redomado.
Ahora está desenroscando lentamente su instrumento preferido -él lo llama pluma pero es más bien un bisturí inmisericorde-, el que me hace temblar nada más verlo. No es el único, por supuesto, pero es con este con el que con más frecuencia y rigor ejercita sobre mí con lacerante impericia, con hiriente tesón lo que él denomina, sin empacho ni remordimiento de conciencia algunos, “mi secreta vocación”.
¡He visto a tantos de mis hermanos sufrir espantosamente bajo su crueldad y torpeza!
Cuando acabe conmigo, lo sé, estaré lleno de sangre negra, de palabras muertas.

3 comentarios:

  1. Otros acaban poco a poco mutilados por torturadores sin inspiración; tachan, arrancan, despedazan...¡Pobrecillos!.

    Un abrazo.

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  2. Las palabras nunca están muertas. Las tuyas jamás. Habráse visto...
    Mira que voy con retraso, pero ¡oye! Palabras muertas...
    Ay.

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  3. Ten en cuenta que es el cuaderno quien nos habla, y con los cuadernos nunca se sabe, son muy suyos, tienen sus propias opiniones.

    Un beso.

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