"El rinoceronte, pobre mío, puede parecer torpe y estúpido, pero te aseguro que de torpe no tiene un pelo. Y de estúpido, menos. Si quisiera, ahora mismo podría arremeter contra ese cercado que lo encierra y derribarlo de un soplo, como quien dice, sembrando el pánico entre quienes lo miramos.
¿Que por qué no escapa? Porque sabe que sería atrapado casi al instante y volvería de nuevo a su prisión, esta vez a una a prueba de fugas, con muros de hormigón, alambre de espinos, foso de agua y demás.
Y para semejante horizonte, pues se ahorra el esfuerzo.
Lo que te digo; ni un pelo de tonto".
Puede que lleves razón, no estoy segura; aunque pienso que prefieren comer a la libertad, por eso no se van.
ResponderEliminarUn saludo.
No sé, no sé, tendríamos que vernos en esa situación. O sea, que yo tampoco estoy seguro.
ResponderEliminarAbrazo