en el vestido otoñal de la parra virgen,
en la sonrisa del carpintero de ribera,
en el descanso de quien venga una afrenta,
en la estupidez de los pedantes,
en el susurro quemante del viento solano,
en el pico del tucán y el sexo del mandril,
en la lava derretida del volcán,
a la indiferencia de la bella y el vanidoso.
Que maravilla todo lo que leo de ti
ResponderEliminarGracias, Madison. Esas ocho palabras tuyas son una inyección de moral. Estos "poemas de los colores" tienen varias claves que espero que descubráis. Si no, al final de la serie serán desveladas para vosotros.
ResponderEliminarAbrazo.
Esas claves habrá que irmas descifrando, pero entre tus versos me pongo a temblar, eres un ser lleno de sabiduria (esa es mi opinión), y los ignorantes como yo a veces nos podemos perder, pero nada, vayamos, aprendamos e intentemos.
ResponderEliminarAfortunada yo que te encontré y pude beber en ese pozo que posees.
Un abrazo.
Lola: no sé qué decirte, cómo contestar tus palabras llenas de cariño. Uno hace lo que sabe (o lo que puede) esperando encontrar una respuesta amable de los demás.
ResponderEliminarLa tuya es hermosa, generosa, dulce...
Y no sabes cuánto te la agradezco.
Un fuerte abrazo desde este suroeste, hoy gris y ventoso, al que has aportado tu luz.
Abrazos.
No hace falta que digas nada Elías, por favor, tú sigue escribiendo y enseñándonos.
ResponderEliminarGracias por tus palabras también, que me las guardo con todo el cariño.
Un abrazo llenos de sol, este de nuestra costa del sol.