Banquero. Salteador con traje, corbata, gemelos, maletín y sueldo indecente.
Usurero con todos los beneplácitos legales que, retorciendo aún más el clásico y arraigado concepto de usura, también te cobra porque tú le prestes dinero a él.
El eufemismo al respecto es “comisión por servicio”; la expresión correcta, "atraco a mano armada".
Hipoteca. Dogal invisible y eterno de alguien que, en su loca ilusión sin fundamento, se cree propietario de algo.
Su brazo armado en Europa occidental, por mal nombre el Euribor, y a pesar de su relativa juventud y vigencia, tiene ya más víctimas a sus espaldas que la peste bubónica, la gripe española y el cólico miserere juntos.
Factura. Parásito destructor de apariencia liviana y letal eficacia, adherido de por vida, y para desazón perpetua, a nuestras finanzas.
Ahorro. Supina estupidez financiera que consiste en acumular bienes y riquezas a base de sufrimientos y privaciones para que otros los disfruten sin tasa tras tu óbito.
(Imagen: El Roto)
Uno por uno, los has clavao.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que si le paso estos conceptos a mi mejor amigo el banquero como yo le llamo, dejará de serlo, o ... ¿quizás me quiera aún más?, esto último creo que no podrá ser, me quiere a rabiar. Pero se reirá, jajajaajja, eso haré.
ResponderEliminarElías, hoy viernes a esta hora, mi cordura deja mucho que desear.
Un abrazo amigo mío.
Bueno, Antonio, cada uno tenemos nuestras particulares definiciones y no tienen por qué coincidir con las de nadie.
ResponderEliminarPero me alegro de que en este caso haya sido así contigo.
Abrazo.
Lola: ambas cosas no tienen por qué ser incompatibles. Lo importante es que no deje de quererte. Pero si se aplica el cuento de alguna de ellas y encima se ríe..., pues "miel sobre hojuelas".
ResponderEliminarY en cuanto a la cordura, no te preocupes, así andamos muchos. Es un concepto muy sobrevalorado.
Otro abrazo grande para ti.