Me acuerdo de las orquestinas que tocaban en las fiestas de los pueblos. Eran capaces de atacar, uno tras otro y sin desmayo, los más variados ritmos: tangos, pasodobles, cumbias, la canción del verano, el aire típico del lugar…
Y de que sus integrantes solían tener oficios de lo más variopinto: carpintero, guardabosque, fresador, mancebo de botica…
Cortesía de Rafael Castillejo)
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