viernes, 26 de febrero de 2010

Una poética


Creo que fue Pessoa quien dijo aquello de que el primer verso es un regalo de los dioses. Bien, aceptémoslo.
Pero, ¿y el resto del poema? ¿Y el último?
Ah, el último verso, ese bribón escurridizo.
Puedes pagarlo con sangre, sudor y lágrimas y, aún así, no estar nunca seguro de que sea ese el exacto, el necesario.

4 comentarios:

  1. Pues ya ves, a Machado el último verso de el último pema se le atragantó y se lo llevó.
    Hermosa entrada.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Sí, Mercedes, no hay verdades absolutas; lo que a uno le viene bien a otro lo hace polvo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Como ha disfrutado con esta entrada Elías, esos versos de Machado, en ese abrigo, me hace pensar que me llevaré conmigo, sin duda unos versos a mi hija.

    Pero ese regalo de los dioses, es fabuloso, es así un regalo, por lo menos a mi me tiembla el pulso mientras lo escribo, extraña sensación de retener aquello que llega y es más hábil que mi mano.
    El último, es cierto, escurridizo, se deja rogar como un pretendiente que se hace el interesante, tan escurridizo que cuando lo escribo me sorprendo con el entrecejo apretado y mis labios entreabiertos.
    Cuando los leo un par de veces la tensión se acomoda por fin y a veces un hambre atroz me invade.
    POr lo menos a mi me ocurre eso.
    He disfrutado con esta entrada, mucho.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Lola: tus palabras me emocionan. Cuando una se pone frente al teclado, como con ese último verso que citaba, nunca está seguro de haber acertado.
    Me alegra haberlo hecho contigo en este caso.
    Ojalá tenga más aciertos de estos para ti.
    Saludos

    ResponderEliminar