Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi amigo, de mi maestro, del enorme poeta y ser humano, José Viñals Correas. Murió tranquilo, durante su adorada "siesta del obispo", como él la llamaba. Desde entonces, todos los días, en algún momento de los mismos me asalta una sensación de orfandad que sólo halla consuelo con la lectura de sus versos, con el recuerdo de su palabra y sabiduría, de su abrazo y generosidad.
Desde aquel primero "Entrevista con el pájaro" (Ed. Losada,1968), hasta este último y póstumo "Pan", que acaba de aparecer en Ed. Pre-Textos, la obra de José Viñals es de un enorme calado e importancia en la poesía en español durante la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos de éste.
Quienes de vosotros queráis acercaros a su obra os recomiendo este magnífico monográfico que la revista Lunas Rojas le dedicó, preparado por Benito del Pliego y Andrés Fisher. Preparada también por ambos, dentro de unos meses se publicará una extensa antología, "A caballo", que publicará la Editora Regional de Extremadura y de la que daremos cumplida noticia en su momento.
De no menos importancia será la tesis que, acerca de su obra, lleva preparando desde hace años uno de sus mejores amigos, el también poeta, Guillermo Fernández Rojano, y que muchos de nosotros ya estamos deseando ver concluida y publicada.
Entre la multitud de amigos que dejó, uno de ellos, Marino Gozález Montero, editor de la reedición de su magnífica novela "Nicolasa verde o nada" en su editorial de la luna libros, me autoriza a reproducir este poema en su memoria:
BEBO VALDÉS TOCA POR TANGOS
(A José Viñals)
Como Bebo
con sus manos lisas manos nadie
se atreva a beber.
Nadie toque
las manos de los ancianos.
Porque han perdido
las huellas. Mirad
cómo se retrae y se estira
la piel
junto a las uñas.
Y se llena de brillos que se apagan.
Tienen los viejos cierta
ternura de tocar
las cosas que no vemos.
Tienen los poetas cierto
ritmo de andar
por casa de las caracolas.
Y hoy tengo los oídos calmados
llenos de agua dulce que sosiega.
A qué música tenderme.
En qué fuente mi cobijo.
Hay días que tanto duele
como
Bebo
en las manos de José.
Marino González Montero
Para concluir, reproduzco a continuación uno de los poemas que José me autorizó a publicar en una limitada y artesanal edición como regalo para mis compinches.
Pertenece al libro "Prueba de artista", editado por Del Oeste Ediciones.
TRATADO DE ANATOMÍA
La campanilla pulsátil de la garganta, las afinadas cuerdas vocales, la delicada fisiología de la laringe; las abultadas amígdalas, los estremecimientos del esófago, las posiciones variadas de la lengua, la acústica campana de la boca, la dinámica ruda de las respiraciones, la saliva, las glándulas, vasos, venas y arterias, epitelios, el vino, el humo del cigarro, la linfa, la epiglotis, las vocales ardidas, las soberanas consonantes, el verbo, la bufanda de lana de vicuña, el caudal del aliento, el incendio sagrado de la tarde, para decirte: Te amo.
Descanse en paz, José Viñals, pero no sus poesías, por siempre vivas.
ResponderEliminarBesos.
Siempre lo estarán, Mercedes: son un momunento vivo al lenguaje y a la vida.
ResponderEliminarBesos.
Los grandes hombres dejan grandes obras cuando se marchan. Son una forma de no decir "adiós", una no despedida que nos hace sentir un poco menos vacíos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Teresa, por tu comentario: yo no hubiera sabido decirlo mejor.
ResponderEliminarY perdona el retraso.
Un beso
Me duele, Elías, y recién ahora retomo (a días) la lectura de mi padre.
ResponderEliminarHe pintado tres retratos suyos, tres tintas en las que o está solo o dialoga con Góngora. Me salieron más duras que su infinita ternura.
El padre vuelve al hijo como lo claro a lo oscuro.
Gracias por tus amistosos desvelos