el viejo pijama, regalo de mi madre, que nunca me puse,
un trozo de sol en el hombro de ella,
una piedra que sabe del agua más que los peces mismos,
los primeros dientes que mis hijas perdieron,
poemas de amigos que ya no son ni están, pero permanecen,
los ojos, también de ella, cuando anochece,
un telegrama que anunciaba desastres,
el jersey de lana de un amigo muerto,
una música antigua de violines y pianos,
la voz de ella para hablarme de todo esto allá donde vaya
y una cuerda de cáñamo
por si tengo que huir de mí mismo
o ajusticiar a un miserable.
Espero no haberme olvidado de nada:
siempre se olvida algo al cerrar una maleta,
pero nada es importante si se olvida.
Llegué a este blog a través del de Alvaro Valverde y a éste a su vez desde el de Gonzalo Hidalgo y solo puedo decir que cada vez me alegro más.
ResponderEliminarBonitas palabras. Es cierto, todo eso solemos llevar en nuestra maleta; al fin y al cabo, todo lo importante, lo que no se olvida porque va contigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué precioso poema Elías!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con mi tocaya; precioso poema. Me alegra muchísimo poder leerte aquí también, Elías. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Carlos, Mercedes y mis hermosas Isabeles, por vuestras palabras.
ResponderEliminarAbrazos.
Hermosísimo... Sencillo y con sentido.
ResponderEliminarOjalá hubiera más cosas en la vida como su poema.
Abrazos.
D.
Gracias, colorprimario, por esos adjetivos acerca del poema.
ResponderEliminarY bienvenido a este rincón donde espero que sigas sintiéndote a gusto.
Abrazos.