martes, 16 de febrero de 2010

Las tribulaciones de un extremeño en La Plata

Con esta crónica viajera y literaria empiezan hoy en este corro de jugadores una serie de colaboraciones que iré pidiendo a algunos compinches de cuando en cuando.
Para que la culpa no sea sólo mía.

El primer valiente en comparecer es Francisco Rodríguez Criado, a quien no puedo dejar de agradecer su rapidez en contestar a la llamada.


No sé si será cierto, como dicen algunos, que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. Lo que sí es cierto es que determinados viajeros suelen volver a las ciudades que les impactaron en su primera visita. Soy uno de esos viajeros sentimentales. Prueba de ello es que acepté sin pensármelo dos veces la oferta que me hicieron los responsables del proyecto Leer Extremadura de viajar a Buenos Aires para hacer una lectura sobre mi novela "Historias de Ciconia" (delalunalibros, 2008). El acto literario tuvo lugar el 3 de octubre de 2009 en la Casa de Extremadura de la ciudad de La Plata, a una hora en coche desde la capital argentina, donde yo había levantado mi cuartel para una estancia de seis días.
A Buenos Aires fui solo en 1999, y solo he ido ahora, diez años después. No me quejo, ni mucho menos, porque es esa soledad de viajero la que me ha permitido patear la ciudad tal como me gusta: andando mucho pero sin prisas y sin más obligaciones que las dictadas por los deseos del momento.



Pensar en Buenos Aires es pensar en el Barrio de San Telmo, Puerto Madero, la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el Obelisco o el mítico estadio del Boca, y, cómo no, en Corrientes, esa calle bohemia, nervuda y atiborrada de librerías sin puertas que suponen una tentación irresistible para los amantes de los libros. Y pensar en su hermanada ciudad de La Plata, a la que nunca había ido antes, es pensar en su lujosa catedral neogótica, la más grande de América, y en el soberbio Palacio de la Municipalidad, donde tuvo lugar la lectura.
El decimonónico Palacio de la Municipalidad no es solo soberbio. Es, además, frío, muy frío. Por suerte, como me advirtió Stella Maris Velazco (¡qué gran mujer!), cabeza visible de la organización del acto junto a Luis Algaba, no tardaría mucho en caldearme gracias al calor humano. Y así fue.
Citaría, aparte del frío, la extrañeza. La extrañeza de encontrarme tan lejos de mi hogar para hablar de mi pequeño mundo. Este contratiempo también logré vencerlo. Poco a poco me fui acostumbrando, conforme avanzaba la lectura, a que los asistentes, todos extremeños o descendientes directos de extremeños, conocieran los lugares descritos en "Historias de Ciconia": El Santuario de la Montaña, la Sierra de la Mosca, la Plaza de América, el Parque de Cánovas (camuflado bajo el nombre del Parque de Asturias), la Plaza de Italia… Dejó de resultarme extraño, digo, que personas de otro continente, por muy vinculadas que estén con Extremadura, sintieran cercanos los lugares que yo había retratado en la novela. Durante algunos momentos tuve la sensación de estar no en La Plata de Argentina sino en la propia Ciconia.
Al final del acto, los organizadores y amigos de la Casa de Extremadura, tuvieron a bien llevarme a un pequeño y típico restaurante argentino, donde cenamos bifes de ternera y otros platos típicos de Argentina acompañados de la no menos típica compañía musical de tangos cantados en directo.
Fue una velada estupenda, llena de tipismos, entretenida conversación y buena compañía.
Regresé a Buenos Aires cuando ya había caído la noche, en un remix –una suerte de taxi– que se encargó de dejarme a las puertas de mi apartamento, ubicado en la periferia.
De esta segunda estancia en Argentina me he traído –como ocurrió en la primera– un grato recuerdo por las experiencias vividas por un lado, y por otro, el sutil empeño por olvidar los inevitables efectos secundarios: el agotamiento físico tras los duros viajes en avión, el azote del jetlag y mi falta de adaptación al horario argentino.
Fueron, en definitiva, seis días –siete, si contamos el viaje– en los que me sentí un humilde embajador de las letras extremeñas en un país, Argentina, siempre tan orgulloso de su inmensa tradición cultural.

Ciconia, noviembre 2009

Francisco Rodríguez Criado es escritor y gestiona el blog de literatura http://www.narrativabreve.com/.


4 comentarios:

  1. Enhorabuen a Francisco por su libro "Ciconia", por su maravilloso viaje y por su bien hacer con las letras.
    Un placer venia a conocer.

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  2. Elias, precioso tu blog, me he paseado un rato por aquí y la verdad no tiene desperdicio. Con tu permiso voy a volver a menudo. Y en cuanto a esta colaboración le doy la enorabuena a su autor. Nunca he estado en Buenos Aires y ha sido como caminar por su calles.
    Un abrazo y hasta pronto.
    Fumador

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  3. No sabía de tus andanzas bonaerenses........yo estuve varias veces allí por periodos de un mes o mes y medio..... pasear Bs As es un placer que deberíamos poder disfrutar sin que fuera un lujo, ojalá no requiriera tanto tiempo llegar allá..... mi Ro a la que tú conoces de noches de Habanera se engendró allí y la última vez que tuve la suerte de caminar esa inmensa urbe fue en el octavo mes de su gestación........
    Tu texto me ha transportado no sólo a sitios, también a personas, sentimientos y, como no, a personajes....tan típicos allí como los pequeños restaurantes como en el que comiste..... Bs As es una ciudad muy callejera, la gente la disfruta muchísimo....
    Algún día hablaremos de esas calles.....o quizás alguna noche de esas de Habanera...un beso.
    Precioso, Elias, precioso.... Rocío Alberruche.

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  4. Querida Rocío: Ojalá hubiera sido yo quien paseara por esas calles porteñas. Ese es un sueño que aún tengo pendiente. El que ha tenido la suerte ha sido un amigo mío que es quien me ha enviado el texto. Pero sin haber estado allí, me atrevo a mantener esa conversación contigo sobre la ciudad.
    Después de echarnos un baile, por supuesto.
    Besos, guapa.

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