martes, 23 de febrero de 2010

Confidencia


“A mi padre lo mataron, ya ves tú, por un quítame allá esas pajas. Con lo que él era. Era muy pendenciero mi padre. Siempre enredado en broncas y peleas por su soberbia y mal pronto.
Que si tú qué miras; que si lo que me sale de ahí; que si mira que te doy; que si qué vas a dar tú, mierdecilla…
Ya sabes cómo empiezan estas cosas: machadas de gallitos que no soportan que otro escarbe en su corral.
Pues mira tú por dónde, aquella noche resultó que el otro gallito tenía los espolones más recios. Y quien dice espolones, dice una albaceteña de muelles como para quitar el hipo.
Tres navajazos, tres, le metió en el hígado, el cuello y el pulmón izquierdo.
El gallo que era mi padre dejó de cacarear de golpe, se le aflojó la cresta, y se quedó, en un pispás como suele decirse, pajarito, más tieso que la mojama, fiambre total.
Más tranquilos que nos quedamos en casa… Hasta los huevos estábamos de él.
Porque la verdad es que mi padre era un cabrón con pintas que bien se lo merecía.

Venga, hombre, tómate otra, no pongas esa cara.
Son cosas que pasan”.

3 comentarios:

  1. No puedo ni imaginar la de familias que se han quedado descansando después de la muerte de un cabeza de familia de estas caracteristicas, por mucho que se enlutaran para el sepelio. La muerte de alguien, a veces, es un alibio para muchos. El texto muy bueno.
    Un abrazo.

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  2. Muy bueno, son cosas que pasan...
    Muy de ese estilo que nos gusta de Aub.
    Genialmente redactado. Un abrazo.

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  3. Gracias, amigos, por vuestros comentarios.
    Procuro escribir con la mayor pulcritud pero es difícil estar seguro del todo.
    Así que vuestras palabras me animan.
    Algún texto más de este tono -en la estela de Aub, como dices, Suso- iré colgando de vez en cuando.
    Me alegro de haber acertado.
    Abrazos.

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