sábado, 26 de junio de 2010

Mi vida en 50 palabras

Para José Ángel Cilleruelo
Va a hacer un par de años -hay qué ver cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer- que a través de un muy querido amigo me llegó la propuesta de participar en un juego literario de verano. La "Revista de Pensamiento y Cultura El Ciervo" lanzaba una convocatoria a 50 amigos para que contaran su vida con la única limitación de que debían hacerlo con no más de 50 palabras.
Entre quienes acudieron al llamado había autores de muy diferentes clases y formación académica y vital: psiquiatras, guionistas, poetas, periodistas, filósofos, críticos musicales y literarios, algún deportista, gente de leyes... hasta un obispo, se animaron a tomar la pluma y se pusieron a contar su vida, cada uno como dios le dio a entender, con su peculiar estilo, con su particular concepción del reto asumido.
A mí me costó un cierto tiempo encontrar la fórmula para hacerlo, no sabía muy bien cómo afrantal ese ejercicio de síntesis vital, pero al final me tuve que decidir porque el tiempo apremiaba. ¿Y qué se hace cuando el tiempo apremia y tienes que ser de lo más escueto en el mensaje? Ahora se envía un sms o un e-mail, pero antes la rapidez en la comunicación era cosa del telégrafo, y los telegramas se escribían pensando muy mucho las palabras para que no se salieran de madre ni fuera demasiado oneroso el asunto, usando un lenguaje limitado casi siempre a verbos y sustantivos (como de indios en las películas), y desnudo en lo posible de otros ropajes gramaticales (conjunciones, adverbios, preposiciones…):
“Llego mañana. Hazme macarrones”. “Parto difícil. Niño bien. Madre regular”. “Tomás muerto. Entierro miércoles”.
Cosas así, ya me entendéis. Breves y directas, sin florituras innecesarias que nada aportan al mensaje.
Así que eso fue lo que hice: contar mi vida (gran parte de lo que ha conformado mi vida) de manera telegráfica.
Dos años después no sé si volvería a utilizar las mismas palabras; en todo caso, este fue el resultado entonces. 
La teta materna. Mis hermanos. Escarcha y bochorno. Arroz y sandía. Operación pulmonar. Baloncesto. Amor y amistad. Literatura. Viajes. Mérida. Lali, Sara y Alba. Los Marx, Woody Allen, El Padrino. Lisboa. Vidal. Copla, fado y tango. Música y poesía. La muerte. Un beso inolvidable. Y su mirada marrón. Stop. 
Exactamente, 49 palabras. Acaso por redondear, el texto impreso apareció encabezado por la palabra “Gitanos”, palabra que yo no había incluido en él.
Lo achaqué a un error de composición porque otro de los textos sí que comenzaba con esta palabra.
Los puñeteros duendes de imprenta; nadie cree en que existan de verdad, pero ahí están ellos sobreviviendo desde Gutenberg, ufanos, pavoneándose y riéndose a carcajada limpia de todos los correctores y procesadores de texto.
Cuál no sería mi sorpresa cuando al llegar la revista a mis manos, comprobé que otros dos participantes en el juego veraniego habían optado por el mismo sucinto lenguaje. Curiosamente, a los tres nos adjudicaban el título de “poeta”.
Sin embargo, no dejo de preguntarme desde entonces por qué ninguno de los tres optó por la poesía.
Da que pensar.

6 comentarios:

  1. ¿¡¡¡Baloncesto!!!? Apunta otra más, Elías. "Vicio", el mío, por el baloncesto.

    Apasionante juego e interesante forma de resolverlo. ¿Estás seguro de que no hay 'poesía' en ese texto? ¿Qué es poesía?, que preguntaba el clásico...

    Otra entrada para disfrutar. No hay duda.

    Un abrazo.

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  2. 49 palabras y es casi una radiografía de ti, tus momentos e inquietudes... qué cosas.

    Un beso.

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  3. Lo practiqué, Antonio, durante algo de más de veinte años. Un partidito a la semana, mínimo.
    Luego lo compaginé con el tenis, luego algo de fútbol sala.

    Ahora bailo salsa y aprendo el tango.

    Y de vez en cuando, escribo.

    Un fuerte abrazo.
    Elías

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  4. Los hubo incluso, Paloma, en ese juego, que fueron más escuetos aún, que les sobraron palabras.
    Fue un reto bonito.

    Un beso.

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  5. Un poeta es un poeta, incluso telegráficamente. En el ritmo de las palabras emerge un retrato con la música del tiempo. Y uno se hace a la idea de que te conoce un poco mejor.
    Un abrazo.

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  6. Si tú lo dices, Daniel, que así sea.
    Gracias por le comentario, que me hace ver ese texto con otros ojos.

    Un abrazo.

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