Hace 4 años
miércoles, 30 de junio de 2010
Cementerio Alemán (5)
EWALD ROTTKORD
La Muerte me ha traído
a este lugar remoto
donde estuve ya antes de la vida.
Me ha quitado la ropa
y arrancado la lengua de mi patria.
Y me ha dejado solo
en mitad de la tierra
para que escuche el canto
mineral, ese oscuro
zureo de la savia alimentando
los hijos que no tuve.
José Antonio Ramírez Lozano (Inédito)
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Continúa esta excelente muestra o "variaciones sobre un mismo tema". El asunto va cogiendo cuerpo, y consistente, como los buenos vinos.
ResponderEliminarUna vez más, gracias por compartirlo.
Un abrazo.
Mmmm, ¡qué maravilla de versos, qué libertad se respira, qué final del camino más digno. Qué solemne y qué sencillez de esencia!
ResponderEliminarSigue, sigue.
Un abrazo Elías.
¿Dónde empieza y acaba la vida? ¿Hasta que punto ciertos lugares son espacios de encuentro, de reencuentro con una densa vivencia que aflora aguda desde un centro indefinible de nosotros? ¿Cuántos de los poetas que han escrito de este poderoso y sagrado Cementerio Alemán no están hablando de sí mismos, no han encontrado en el final de esos soldados muertos el impacto del fin de otro momento suyo? O de algún modo eran ellos, o estaban cerca de sus seres queridos y la hiriente memoria de la destrucción de la guerra. Magníficos -y suscribo, si puedo realzar lo dicho por José Antonio Ramírez Lozano- esos versos iniciales:
ResponderEliminar"La Muerte me ha traído
a este lugar remoto
donde estuve ya antes de la vida."
Donde ya estuve antes, donde a la vez revivo y reconozco a quien contempla y yace en un ángulo recto asimétrico, acrónico y donde al menos un paisaje tan íntimo y recogido como este valle de robles y cerezos eternamente mece lo muy tempranamente interrumpido. Entiendan el silencio. Me retumba cada vez que me siento delante de estas cruces y fechas. Ni siquiera de todos queda el nombre. Sí el llanto y los vidrios insomnes abiertos en la sangre.
Pues la botella de ese vino, Antonio, ya va casi mediada. Me agrada que consideres excelente la cosecha. A mí también me lo aprecen esos poemas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida Lola: seguiremos, seguiremos.
ResponderEliminarAún me quedan algunos poemas acerca de ese lugar en la gaveta.
Pdta: tengo algo para ti pero no sé como enviártelo. Este es mi e-mail: al.doria@hotmail.com
Un beso.
Carlos: tus comentarios están siempre llenos de enjundia, de una visión sobre los poemas en los que muchos no caemos así como así.
ResponderEliminarMuchas gracias por intervenir en esta ventana con ese rigor.
Pdta: Me dijo José Antonio cuando se lo pedí, que ese poema es sólo una muestra de todo un libro inédito que tiene acerca del Cementerio.
Un abrazo.
Ya me gustaría a mí saber que podré escribir al otro lado de la orilla, y sobre todo con tanta maestría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los cementerios siempre son lugares de silencio. En este cementerio existe ese silencio y la memoria, y ambos guardan los gritos, el 'canto' de lo que no hubo y se anheló y se añora como si hubiese existido.
ResponderEliminar(sólo es mi opinión)
Bellísimo poema.
Saludos
Y a mí, Mercedes, a mí también me gustaría.
ResponderEliminarPero entretanto, nos tendremos que conformar con lo que hagamos por aquí, antes de volver a ese "lugar remoto".
Un abrazo.
Ada: este cementerio es "especial", puedo asegurártelo.
ResponderEliminarAhí están esos poemas para demostrarlo.
Y habrá más, no tengo ninguna duda.
Abrazos.
Lo que damos por supuesto es que ese libro sobre el cementerio alemán (¡cómo iba a contentarse el incontinente con un poema o un par de ellos!)acabará ganado algún premio. El "Villa de Cuacos", por ejemplo.
ResponderEliminar¡Y qué más da, anónimo, esa hipotética situación que dices!
ResponderEliminarPero si el resto de los poemas son como éste, a lo mejor sí se merece ese premio que citas.
Un saludo