miércoles, 12 de octubre de 2011

Paisanaje (18) José María


El “Chemari”, que ya desde chiquinino era un culo inquieto, una mosca cojonera, un puto rabo de lagartija, salió una tarde de casa poco antes de entrar en quintas (-Voy a dar un garbeo antes de la cena -dicen que dijo), y ya no hubo forma de encontrarlo: desapareció del mapa, se borró del censo, adiós muy buenas, ahí os quedáis, panolis.

¡Joder con el paseíto! Ni la Interpol dio con él, no te digo más. Y mira que rebuscaron por los siete mares y los cinco continentes, que estos tíos cuando se ponen a lo suyo se lo toman en serio de cojones y echan el resto en las pesquisas. No como otros que yo me sé y que van de verde y con tricornio, con capote y mosquetón. Y no me gusta señalar.

Cuando, a la vuelta de los años -ya fiambres la Filo y el Eusebio, los pobres, que yo creo que la diñaron antes de tiempo por el disgusto y el sofocón que se cogieron con lo de la fuga del retoño-, regresó al pueblo por sorpresa vestido de la guisa de los indianos antiguos (traje de lino blanco crudo, zapatos rejilla de dos colores, sombrero panamá con cintillo marrón, bastón de caña… que parecía un colibrí), se le había pasao de largo el tiempo de la mili, y como ésta ya se había suprimío en virtud de una ley, votada, me parece recordar que de forma unánime, ver para creer, el paseante de antaño salió limpio de polvo y paja del cargo de prófugo, más contento el tío que unas castañuelas, cantando habaneras y boleros, silbando cumbias y valsecitos, tarareando danzones y vallenatos, bailando tangazos y chacareras... En fin, todo el repertorio musical al compelto de nuestros colegas de allende los mares y como choteándose a lo fino de los quintos que no pudieron escaquearse a tiempo de la caja de reclutas.

Él se las daba de listo e iba paseando la percha más chulo que un ocho al revés, luciendo palmito, mirándonos por encima del hombro porque se había hecho una fortunita mu apañá en ultramar, aunque nunca supimos gracias a qué oscuros negocios. Así que alardeaba de lo lindo en un intento infructuoso de que olvidarámos que de chico se comía los mocos pa merendar y se quitaba los piojos a puñaos

Pero en este pueblo, "Chemari", le dijimos, pa que te vayas enterando, el que no ha hecho la mili en Artillería o en Regulares (o en la PM, vale, Ramón, no des más la vara, que mira que eres pesao con el temita, coño) no es un hombre de verdad, con lo que hay que tener. Aquí, pa que lo sepas, el género con barba (dejando aparte a la Pruden, ésa no cuenta aunque también se afeite día sí día no) se divide entre los de Artillería, primero, los de Regulares después, y los que no. ¿La Marina y la Aviación, dices? Quita, hombre, eso no es mili ni es : un año en barbecho para niños de papá, una beca de estudios, ni chicha ni limoná, ni fú ni fá. Vamos, lo que viene siendo una mariconada.

Pero a lo que íbamos: la indumentaria tropical y las equívocas maneras del “Chemari”. Al principio dio el pego, no voy a decir que no, a qué negar lo evidente: las mocitas y solteranas, las viudas y las casás insatisfechas -y algún seminarista que otro de vocación indecisa- suspirando por las esquinas, rondando su reja florida y haciéndose cruces por su elegancia caribeña, por su mirada lánguida, por sus exquisitos modales en la mesa (él, que partía las nueces a cabezazos y mataba las ranas a mordiscos cuando mocoso) y en el trato -mucho mantel y vajilla, mucho besamanos y genuflexión, mucho por favor y disculpe, mucho me permite y faltaría más…-. Pero espérate, querido, a que llegue octubre, a que sople una semanita el vientecillo ese del norte que parece que no pero que sí, que parece que se va pero que vuelve, y te vas a enterar tú de lo que vale un peine: te vas a comer el panamá con papas. Y el bastoncillo marica lo vas a utilizar de astillas pa la chimenea.
Por aquí somos (-"Que parece que se te ha olvidao con tanto trópico y bañador" -le dijimos también) más de gorrilla de pana y boina sin capar. O de pasamontañas de lana, que abriga de lo lindo y le da contento a las orejas, el mejor remedio jamás conocío pa prevenir los sabañones. O de estar de palique al amor de su buena lumbre de encina y sarmientos, echando unos cigarros, pegándole al porrón unos tientos largos y tranquilos pa pasar el pestorejo y las morcillas. Y no por vicio, eh, no, no: más que na, por aquello de calibrar la graduación de la pitarra y el aliño de la matanza pa darle el visto bueno.

Bueno, sigo con la crónica que se me va el santo al cielo: la cosa es que se presentó con la tontuna de que le tratáramos de don: Don José María, quería que le llamásemos, así, de buenas a primeras y sin anestesia. Y con mayúscula en el don, con recochineo del fino, toma castaña y átame esa mosca por el rabo que a mí me da la risa. Al principio, claro, nos partimos el culo con la tontuna ultramarina. ¡A quién se le ocurre! Pero cuando empezó a dar el coñazo de mala manera, que el tío hablaba en serio, tuvimos que ponerle en su sitio y dejárselo pero bien clarito:


-Ese don, “Chemari” -le dijimos cuando empezó a tocarnos los bolondros más de la cuenta con el asunto-, entérate ya, cojones, hay que ganárselo a pulso. Y los que tocaban en el pueblo ya están tos adjudicaos: el alcalde, el páter, el notario, el maestro… No lo tiene ni el comandante de puesto. Como pa irlos repartiendo al primer imbécil que lo pida por su cara bonita. Así que ya te puedes figurar por dónde nos pasamos tu pretensión. -Amos, hombre… Tú estás tonto -le dijimos.
¡Ay, Señor, Señor, cuánta gilipollez y disparate, hay que ver cómo es la gente! Cada vez que me acuerdo del careto que se le quedó al figurín con la respuesta se me afloja la vejiga. Que me meo de la risa, vamos.

Y cómo hablaba, por favor, qué lenguaje más sospechoso: que si querido por aquí, que si cariño por allá, que si encanto por acullá…
-Sírveme un ronsito, mi amol -le espetó al Tomás, de entrada y en frío, la primera vez que pisó la tasca. Al Tomás, cuando oyó lo de mi amol, se le pusieron los ojos como dos platos bajeros llenos de salsa picante. Cogió tal rebote con la frasecita y el tonillo con que fue dicha, que saltó de sopetón por encima del mostrador bufando como un tractor con el remolque a tope de remolachas por la Cuesta de las Pozas, y más que dispuesto a sacarlo a hostias del local o medirle las costillas a base de bien con la picha de toro que escondía junto a las garrafas de vino y las bolsas con los panchitos. Menos mal que anduvimos prestos y entre unos cuantos pudimos agarrarlo hasta que se le pasó el cabreo, que a puntito estuvimos de tener un disgusto de los gordos. Y tampoco era cuestión que por una tontería como esa nos cerraran el bar. Ahí donde lo ves, cuidaíto con el Tomás, no te creas: que parece un retaquillo y una mosquita muerta, pero cuando se enciende… ojito con él.

El “Chemari”, entretanto, sonreía displicente junto la puerta esperando la entrega del mandao y la resolución del esperpento, aunque ojo avizor, y dispuesto, por si venían mal dadas, a poner pies en polvorosa en caso de que el mesonero se nos escapara. La cosa, al cabo, quedó en humo de pajas y no hubo que lamentar ninguna desgracia digna de reseñar, pero ya te digo que faltó esto pa que el mesonero le pusiera la cara en la nuca de un revés o le midiera los lomos a conciencia con el vergajo.

Cada vez que lo veía aparecer por su negocio, el tío cogía un mosqueo de tres pares y procuraba no darle mucho la espalda, el culo siempre bien arrimao a la pared o el mostrador en cuanto el “Chemari” entraba en el local… No le perdía de vista ni pa despedirse. Ni volvió, que sepamos nosotros, a dirigirle la palabra como no fuera pa pedirle el monto de las consumiciones. Género fino, eh, eso sí: ginebra Bombay, ron añejo, vino de Oporto, whisky de malta, el pippermint o el Marie Brizard para las señoras que se dejaban invitar…. Que ahí el “Chemari” no escatimaba, las cosas como son. Se conoce que venía bien acostumbrao de las islas en la cosa del bebercio.

Porque en lo demás, vaya que vaya; pero en lo tocante al parné, el Tomás no le pasaba ni una a dios bendito: el “Hoy no se fía, mañana sí”, que colgaba como aviso en un azulejo mugriento y cagado con saña por generaciones y generaciones de moscas, era ley para él: como un juramento de sangre, como una promesa hecha a la madre en su lecho de muerte.

Al “Chemari” se le hizo tal vacío en el pueblo por su displicencia y tendencias poco claras, que acabó por no salir (tal que anacoreta de su cueva, tal que topo de su galería, tal que reo con la perpetua...) de la casona que se construyó en la falda del monte.

Vamos, hombre, menudas ínfulas, habrase visto.
Pues con tu pan te las comas, don “Chemari”.

5 comentarios:

  1. Parafraseando a Gila: "Me has desterrao al Chemari a su casona, pero me he reío... Me ca..."

    Ya imagino el disfrute al que podremos darnos el día que podamos saborear estos paisanejes uno tras otro y de un tirón. Me encanta esa unidad de tono, tan campechano y de pueblo, con que los aderezas.

    Un abrazo.

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  2. Vaya con el Chemari, de esos me conozco yo a unos cuantos, que se van al extranjero y vienen creyendo haber conquistado América y exigiendo pleitesía. Pues eso, que al final, o se quedan más only que la one o salen por patas otra vez.
    Lo he pasado muy bien con la historia de este tipo.
    Feliz día de fiesta.

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  3. Algunos de estos Personajillos, como "Don Chemari", se ganan la Simpatía (Más que el Respeto) por el Arte y la Gracia (Que no el Empeño) de llevar su Condición de "Don Nadie con Chaqueta".

    Eso de considerarse de una Casta Superior por el hecho de haber vivido en el Extranjero o colocarse un "Don" de forma arbitraria y sin sentido, me parece Patético.

    Me ha encantado el dinamismo y la narrativa aparentemente despreocupada de tu texto.

    Un Saludo, Elías.

    Por cierto, "Doña Mercedes"... Lo de "más only que la one" me ha llegado al Heart... ¡Qué dominio del Inglés! Cada vez te pareces more a mí.

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  4. Es un gran, gran cuento, con no pocco de "El hombre de la esquina rosada". Me ha encantado.

    Felicidades.

    Fdo. Chemari Jurado

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  5. Pues si os habéis reído con él y pasado un buen rato, objetivo conseguido, que decían en aquel concurso de cuyo nombre no me acuerdo.
    Que no de otra cosa se trataba.

    Abrazos para todos.

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