jueves, 27 de octubre de 2011

Nunca nos atrevimos



Excepto fines de semana, festivos y vacaciones, nos veíamos todos los días, a la misma hora, en el mismo sitio.
Permanecíamos sin hablarnos nunca, a veces casi codo con codo, a veces a distancia.
Tiritando de frío o sudando la gota gorda cruzábamos fugaces miradas, leves roces con las yemas de los dedos, guiños minúsculos que sólo nosotros entendíamos y éramos capaces de descifrar, complicidades que procurábamos ocultar a la suspicacia y maledicencia de los demás.
Una extraña sensación a la que nos sentíamos incapaces de ponerle nombre.
Y así día tras día, mes tras mes, año tras año.
Tuve la certeza de que me había enamorado de ella cuando la cambiaron de ruta como conductora de mi autobús.

3 comentarios:

  1. Hubo tiempo suficiente para romper el hielo, o la magia.
    Buenos días.

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  2. Sin llegar al enamoramiento la situación se hubiese tornado eterna si tú te hubieses cambiado a esa ruta.

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  3. Me has recordado la película Next...

    saludos.

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