Esas miradas lo dicen todo: hablan de rutina, de cansancio, de aburrimiento…
Están juntos pero no se tocan. Para el espectador es evidente que ya no se aman; ni siquiera se desean. Apenas, sin mirarse -¿hacia dónde dirigen sus miradas, qué mundo está viviendo en ese instante cualquiera de ellos en el que el otro no tiene cabida?- se reprochan en silencio lo que ya no son ni será posible nunca más, todos los desencuentros pasados, acaso alguna vieja o reciente infidelidad de alguno de los dos.
Ya saben que cuando se levanten de la hierba sus caminos serán divergentes, líneas hasta ahora paralelas que se irán alejando sin remedio para no volver a encontrarse jamás.
Hay tal tristeza en los gestos, tan amarga desolación en los rostros, que ningún recuerdo de primitivos besos, de antiguas caricias, será ya solución de nada.
Esquiva como la noche,
ResponderEliminarcomo la mano que te entorpecía,
como la trémula succión
insuficiente de la carne;
esquiva y veloz como la hoja
ensangrentada de un cuchillo,
como los filos de la nieve, como el esperma
que decora el embozo de las sábanas,
como la congoja de un niño
que se esconde para llorar.
Tratas de no saber y sabes
que ya está todo maniatado,
allí
donde pernocta el irascible
lastre del desamor, sombra
partida por olvidos, desdenes,
llave que ya no abre ningún sueño:
La ausencia se aproxima
en sentido contrario al de la espera.
José Manuel Caballero Bonald
No sé, pero me vino este poema por el tema, al ver sus caras, sus cuerpos en claro desencuentro.
Desde luego,solo hay que mirar de pasada la fotografía para segar a una conclusión: "Ruptura". A veces, no siempre, una imagen vale más que mil palabras.
ResponderEliminarHasta pronto.