Hace 4 años
miércoles, 18 de enero de 2012
Cosecha del 59 (9)
Gema Noguera
A Lola Pintado y Carmen Portolés
Nada era como me lo había imaginado
y a la vez era idéntico a como quería que fuese.
Primero, el río: avanzaba ante tu taller y tu casa
con sus cascadas y sus espejos de agua verde,
se colaba afanoso bajo el gran puente
que parece temblar en el aire del tiempo.
Luego, la fábrica: antigua, llena de escorchones,
cosida por las cicatrices de la memoria.
Miré un instante la fronda voraginosa,
oí el violín adormecido de las hojas
y pensé que aquel era un paraíso en desorden,
el refugio ideal para los días de lluvia.
Entré. Me encontré con tu bicicleta.
Dime, ¿era más bien morada, granate,
podías pasear en su frágil armazón,
llevar las primeras frutas del verano?
Acudí a tu taller, casi sin querer. Y vi
tus cuadros, esos océanos de rojiza luz,
ese oleaje dormido de la noche en tierra.
Percibí tu mano en todo: en las paredes,
en los diseños, en la atmósfera de creación.
En la salobre humedad de las galerías.
Más tarde, impregnado de ti y de tus fuegos,
vi las demás salas: la cerámica, la obra en papel,
el círculo de amigos, el solanar de la invención.
Poco después conocí a tu madre. Y la biblioteca
donde solías refugiarte. Hojeé tus dibujos,
repasé algunas fotos de familia.
Habría llorado. Por ti y por los otros,
por el río que vierte sus lágrimas,
por la bicicleta ya abandonada.
Tu madre me llevó ante la noguera
donde yaces para siempre con tu padre,
hechos ceniza y limo fecundado.
Cerré los ojos y escuché tu silencio.
El olor de la lavanda se mezcló con tu sonrisa:
va y viene como un ave del jardín.
Antón Castro (25 de agosto)
Ilustración: Ignacio Fortún
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Elías, debido a mi último viaje, se me escapó comentar esta nueva "cata" de la Cosecha del 59, directa al paladar y con exquisito "retrogrado", que dirían los enólogos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vuelvo a este poema y, por extensión, a mi comentario. Y me doy cuenta de cómo se ponen algunas veces las cabezas. ¿Será la edad? ¿Será el alzhéimer? Lo que quería decir con esa incongruencia de "retrogrado" era, en realidad, "retrogusto". Perdón por el lapsus.
ResponderEliminarUn abrazo.