Para José Luis Melero,
bibliófilo y, no obstante, amigo.
Se lo pregunté por las buenas aunque yo sabía de cierto que había sido él porque lo había visto con estos ojitos que Dios me ha dado.
Lo negó sin pestañear, mas con firmeza ofensiva.
Volví a preguntárselo, ya no de tan buen talante.
Se reafirmó en su rotunda negativa con una tozudez cuando menos insólita.
Antes de que profanara de nuevo este sagrado recinto, este sancta sanctorum de la cultura, este templo de la sabiduría con sus burdas mentiras, antes de que cometiera el sacrilegio de negar por tercera vez que me había robado aquella edición príncipe de la Biblia, le volqué encima el mueble castellano de roble con la Espasa, la Larousse y la Encyclopaedia Britannica completas.
Y cayó sobre él todo el peso de la civilización, dicho sea con guiño cómplice. Muy bueno, nuevamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenìsimo, a ver quièn se levanta con todo el peso de la historia encima. Un abrazo y felicidades.
ResponderEliminarSara M.
Muy bien hecho. Si te han pillado, a aguantarse tocan. El peso de la justicia debe ser siempre ejemplar y enciclopédico.
ResponderEliminarAlonso