Cuando te obligan a elegir una dirección, una de tus dos mitades se queda sin destino.
Los amores que fueron son como estrellas: muertos ya hace mucho tiempo, su luz nos sigue llegando a ráfagas, en las noches solitarias, cuando menos lo esperamos.
El canto de las ballenas contiene, al tiempo, el grito antiguo del dolor del mundo y la risa de una madre.
Lo del canto de las sirenas es un compendio de todo lo anterior.
ResponderEliminarSaludos
Siempre hay una mitad huérfana que dejamos abandonada por algún camino. A veces me pregunto qué será de ella.
ResponderEliminar