viernes, 11 de marzo de 2011

El crítico


Después de destrozar aquel libro en su artículo semanal, el crítico tuvo que cepillarse los dientes a conciencia y pasarse el hilo dental en repetidas ocasiones; algunas palabras tercas, como hebras de carne aún sangrante, se le habían quedado enredadas en las encías, entre los dientes, resistiéndose fieramente a ser derrotadas, deglutidas, digeridas.

Luego eructó satisfecho, y se echó la siesta para una buena digestión.

Y se levantó con hambre de nuevo.

7 comentarios:

  1. Son insaciables.
    Aunque como dicen, es mejor que hablen de uno aunque sea mal. En este caso, que le coman a uno.
    Un saludo.

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  2. Algunos, como apunta José Antonio, es que son insaciables: ¡gula viva! ¿Y de qué manera poderse cuidar de ellos...? Vaya usté a saber.

    Un abrazo.

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  3. Tras hacer la digestión, les recomendaría la "Crítica literaria" de Paul Groussac y de paso, que la lean los que están expuestos a ella.
    Impresionante queda el post con el texto y Saturno devorando a un hijo.
    Impresionada quedé cuando la vi en el Prado, como todo dios que la ve por primera vez.
    Saludos

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  4. Pues no sé qué decirte, José Antonio; según cómo y con quién.
    Con ste, desde luego, no me iba yo a tomar cañas.

    Abrazo.

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  5. Pues no haciéndoles ni p... caso, Antonio.
    Con su pan se lo coman. Como decía aquel, al enemigo, ni agua.

    Para ti, este abrazo.

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  6. Quería decir ni puto caso.
    ¿Cómo se me habrán colado esos suspensivos?
    Pero, vamos, que lo has entendido, ¿a que sí?

    Otro abrazo.

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  7. Ula: yo creo que estos tipos no leen esas cosas; se les atragantarían, no sabrían por dónde cogerlas.

    Saludos.

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