Dudé, dudé mucho.
No sabía si colgarlo de la cuerda del badajo o tirarlo desde el campanario, como a las cabras en las fiestas.
Al final me decidí a colgarlo.
Mucho más limpio, dónde va a parar.
Luego le di unos empujoncitos para que la campana tocara a duelo.
Sonó durante un buen rato con un repique grave a la par que armonioso.
Imagen: Eustasio Villanueva
Así, como si nada, y es que dudar es lo peor ;-)
ResponderEliminarBeso.
Este al menos, como los ahorcados, se columpió de valde. (guiño cómplice). Temblandito estoy, con los que van cayendo, cualquier día nos toca a un "blogero", que también podría...
ResponderEliminarUn abrazo.