Del mismo modo en que Charlot, en esa conocida escena de la película “Tiempos Modernos”, no puede evitar, en su turno de descanso en la fábrica, seguir realizando mecánicamente los movimientos de apretar tuercas que realiza todos los días durante horas en la cadena de montaje, así yo, después de varias horas de lectura, y durante un tiempo impreciso, tampoco puedo impedir esa especie de acto reflejo de continuar leyendo en mi cabeza después de haber cerrado el libro un buen rato antes.
Hace 4 años
Es la magia de la lectura, que al contrario del automatismo fomenta la imaginación y el pensamiento.
ResponderEliminarBesazo.
Así es, Paloma: la magia de la lectura, ese automatismo que no me gustaría perder nunca.
ResponderEliminarNo sé si habrás visto que dos o tres entradas atrás hay otro de "tus" poemas de los colores.
Besazo también para ti.
Sumémonos, Elías, a esa magia. ¡De cuántas horas vacías y cuánto dolor, salva!
ResponderEliminarUn abrazo.
Además de la magia de la que habla Paloma, ese seguir leyendo hace eterno el texto, el poema...
ResponderEliminarY la forma de agradecerlo es plasmar esa continuidad que se produce en el cerebro, llevarla a nuestros escritos con propio ritmo,esencia y estructura, dando continuidad al arte.
Se me ocurre que podría ser algo así.
Saludos cordiales,
Ula