Va para tres meses, durante su estancia en Badajoz para intervenir en el Aula “Díez-Canedo”, en que estuve a punto de cumplir una vieja aspiración: la de conocer a Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942), uno de esos autores por los que uno siente una rara devoción, un fervor inconcreto, sin saber muy bien por qué.
Muchos de sus textos son como ese objeto extraño que miras y manoseas sin reconocerlo del todo en sus aristas, preguntándote indeciso para qué pueda servir exactamente, pero dejándote atrapar para siempre por su belleza sin nombre.
Hablo de textos como los de "Cónsul" (¡ah, aquél poema de Descenso al mar!), que me sedujeron de golpe como esa mujer sensual con la que un día cruzas una mirada por la calle y a la que ya nunca puedes olvidar; ahí supe que estaba ante un escritor distinto, con un mundo particular, alguien que no transitaba caminos trillados. De inmediato, lo catalogué como uno de mis “raros” preferidos junto a otros como Cristóbal Serra, Álvaro Cunqueiro, Juan Perucho o Aníbal Núñez, aunque en rigor nada tuviera que ver con ellos. O acaso sí, quién sabe.
O los de su personal "Bestiario", con cuyas fantásticas criaturas estuve durmiendo durante una buena temporada y al que regreso de cuando en cuando buscando a medias, pavor y misterio, magia y temblor.
Ahora, en “Familias como la mía”, título tomado de un verso de “Fámulo”, su último libro de poemas, Ferrer Lerín, a través de su alter ego Pablo Amatller, nos ofrece un recorrido por su biografía (publicada en parte en "Níquel" en 2005) que se puede calificar de todo menos de lo que entendemos por normal (pero qué biografía lo es): estudiante renegado de Medicina para convertirse en jugador de póquer, espía, ornitólogo especializado en aves carroñeras de gran tamaño, lector insaciable, seductor y bon vivant cuando se tercia… Y lo hace, gracias a su talento de escritor, de manera exquisita, fluida, para que la historia discurra con naturalidad, sin atascos ni complicaciones innecesarias, algo que siempre es de agradecer.
No es, sin embargo, y a pesar de esto que digo, su prosa una escritura al uso, de planteamiento, nudo y desenlace, ni es "Familias…" un texto complaciente con el lector; éste debe poner también toda la atención de su parte, sus recursos y experiencia lectora, para saborear como se merecen las más que cumplidas trescientas páginas de buena literatura que este libro nos brinda. Pero hará bien el lector en emplearse a fondo porque este libro dejará en su boca el poso que dejan los buenos vinos.
Sus páginas están surcadas por episodios truculentos, escarceos sexuales, lances de tapete verde y naipes con ganancias a comisión, pero también de aburrimiento y rutina, dos estadios de la vida donde suelen darse toda clase de situaciones extrañas: véase, por ejemplo, que es en la mili -periodo inútil y rutinario a priori donde los haya, doy fe- donde a Pablo Amatller se le cruzan de golpe algunos tipos que determinarán su existencia futura: Baltasar Sistella (a) Balta, el amigo que le transmite la pasión por los grandes necrófagos alados, y el chusquero capitán Susana, trasnochado fascista que le inicia en los secretos del espionaje.
Y en lo que podría considerarse una segunda parte, la titulada "Nora Peb", nos regala, como de propina, una galería de personajes a cual más inquietante y seductor: la propia señora Peb, Morna, Tufo, Galalit, o Dux, personajes que me da a mí que podrían contarnos muchas más cosas. Yo, al menos, querría saber más cosas de ellos.
Una vida, como veréis, digna de ser contada (pero qué vida no lo es), y que el autor no duda en poner -descarnada, sincera- ante nuestros ojos ávidos y escrutadores.
“Familias como la mía”, es un libro que os invito a compartir, un libro de todo menos complaciente, una historia de todo menos aburrida.
Coda: como dato añadido a su biografía, y según propia confesión, el escritor y ornitólogo Francisco Ferrer Lerín no está dotado para el submarinismo, qué le vamos a hacer.
Elías Moro Cuéllar
Reseña publicada en el nº 330 de "Artes&Letras", suplemento cultural de Heraldo de Aragón, el pasado día 10.
Compartimos admiración. Me encantó Papur.
ResponderEliminarSaludos.
Pues espero que te animes con este, querida Olga.
ResponderEliminarBeso.