domingo, 24 de julio de 2011

Fe de erratas



Un respeto

Habré pasado la mirada por ese texto (apenas un cuarteto asimétrico) decenas de veces. Lo habré leído otras tantas. Y no sólo yo. Al menos otro puñado de personas lo ha hecho también sin darse cuenta tampoco.
Y ahí está, ufana y condescendiente, bien a la vista, negro sobre blanco, su majestad la errata.
Qué se le va a hacer; a veces pienso que está bien aunque sólo sea por su terquedad en aparecer una y otra vez en los lugares más insospechados. Y se merece un respeto, la amnistía del autor y el corrector de pruebas, la aquiescencia del lector.
El instinto de conservación es una cosa seria.
A ver si la llamamos así (errata) en honor a sus parientes roedoras habitantes de las cloacas, supervivientes natas en un mundo hostil.

El poema del que hablo se llama Frontera. La errata tozuda es la siguiente (y en el primer verso, para más inri): “Triste como el que el más…”.


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Corrección

Hay veces en las que, como una errata evidente en el texto, esa que casi duele en los ojos, no tengo más remedio que corregirme de un plumazo.

3 comentarios:

  1. Jodidas erratas... ¿Cómo hacen para esconderse cuando corriges?

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  2. ¡¡Hombre!! tampoco es para ponerse así, erratas comenten hasta lo más ilustrados editores de libros y no digamos de prensa donde se mata a una persona y no pasa nada aunque luego la veamos vivita y coleando.

    Saludos

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  3. A veces creo (y he corregido textos del argentino al castellano)que la errata, además de transformar el texto estudiado, pensado... es, sobre todo, algo que tiene que ver con otras cosas.
    "“Triste como el que el más…”.
    Pienso, si corrijo, que a lo mejor el poeta ha querido decir: triste como el que el más triste está; podría ser ¿no?.

    Saludos

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