Me pregunta alguien a quien apenas conozco (omito el nombre del artista, que no importa, mas no se me olvidará su cara de pasmarote), y que parece saber de mi gusto y pasión por la lectura, qué estoy leyendo ahora:
-A Julio Camba -respondo.
-Camba, Camba… -murmura pensativo el tipo con los ojos vueltos hacia arriba y la mano en el mentón como sujetando sus profundos pensamientos, no se le fuera a caer la cabeza con el peso de la, a lo que se ve, desacostumbrada reflexión.
Permanece así un buen rato, absorto en su rumia interna (casi se oye el engranaje de sus sesos esforzándose dentro del cráneo en busca de una respuesta, casi se ve humo saliendo de su cabeza).
-El caso es que me suena mucho, no te vayas a creer. ¡Ah, sí, hombre, Julio Camba, claro, ya caigo, joder: es cojonudo el tío! -dice al cabo, entusiasta y feliz con el hallazgo-: ¿Ése no salía en una serie?
Patidifuso ante la insólita respuesta no sé ni siquiera qué contestar ante tamaño despropósito. De modo que guardo silencio (cualquiera se pone ahora a razonar con semejante tarugo) con una cara de funeral que tendría que haberle hecho sospechar que algo no cuadraba. Pero ni por esas.
Para ver de arreglar el entuerto ("Enseñar al que no sabe" nos dicen las Escrituras) estoy por regalarle el libro del gallego que llevo en la mochila -Sobre casi todo -en una vieja edición de la "Colección Austral" con vistas a sacarle de su error y, de paso, salir del paso lo más airoso posible, pero recapacito a tiempo y me digo que mejor no, que lo más probable, visto lo que acabo de oír de mi interlocutor, es que lo utilizara para calzar alguna mesa tocinera que cojea o encender con él la barbacoa para asar unos pestorejos.
Y allí que lo dejo con la palabra en la boca, con su convicción intacta, a buen seguro que felicitándose por su perspicacia y acierto, satisfecho por haberme dejado mudo de asombro.
El que calla, otorga, habrá pensado el memo.
Todos ignoramos la inmensa mayoría de las cosas que nos rodean, no tiene porqué ser una deshonra; el problema es cuando vamos por la vida de que lo sabemos todo. Yo misma no conocía a Camba -siquiera su nombre- hasta este momento, pero no se me ocurriría jugar a buscar en mi memoria lo que es imposible que esté, ni sería tan osada de dar una respuesta al tuntún por si cuela. ¿Cómo puñetas va a colar?
ResponderEliminarFeliz martes.
Menos mal que no se ha dado cuenta de que en realidad tú eras Camba...
ResponderEliminarTienes razón, Mercedes; yo mismo podría ser el hombre más deshonrado del universo mundo si tuviéramos en cuenta todo lo que ignoro.
ResponderEliminarLejos de mi intención ofender a nadie -es todo ficticio- sino homenajear a un escritor que me gusta mucho.
En todo caso, te recomiendo su lectura.
Un beso.
Anónimo: si yo fuera Camba hubiera escrito un artículo de verdad, con mucha más enjudia y gracia.
ResponderEliminarPero así son las cosas.
Yo creo que según nos vamos haciendo "personas maduras" (que no tiene nada que ver con cumplir años; hay inmaduros de setenta) deja de avergonzarnos el reconocer nuestra ignorancia en casi todo.
ResponderEliminarQué alivio, poder decir tan pancho que no se ha leído esto o lo otro, que no se conoce a fulanito ni menganito, que no se está en la onda de una conversación...
Qué burro... decir que Camba salía en una serie cuando todos el mundo sabe que es un delantero del Madrid. (Ahora en serio: me quedo con la imagen del libro de Austral por si lo encuentro en mis visitas a librerías de viejo). Saludos.
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