A uno -llamadme antiguo si queréis- le gustaría de vez en cuando viajar en calesa, en simón, en tílburi, en diligencia, incluso.
A uno -llamadme antiguo de nuevo- le apetecería conversar de vez en cuando de cosas insustanciales con el viajero de enfrente (tal vez un vendedor de perfumes o lencería fina, un tahúr, un juez de paz, un espadachín…), requebrar a la muchacha de al lado (virginal, inocente) ignorando por igual el traqueteo del vehículo y “la carabina” que la acompaña en el viaje con la sola misión de preservar su virtud, recriminar al cochero y a su ayudante para que dejen de cantar a voz en grito esas canciones de borrachos y meretrices mientras arrean a las caballerías.
Y para añadir algo de emoción al viaje -llamadme antiguo definitivamente-, ser asaltado alguna vez por una partida de bandoleros de trabuco o unos fieros pieles rojas tran unas buenas persecución y balacera.
¡Me encantaría también Elías!
ResponderEliminarTe imagino perfectamente en diligencia, alto, serio, perplejo ante los indios...
ResponderEliminarY con vosotros dos de compañeros, Olga, Javier, el viaje sería magnífico del todo.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Antiguo!
ResponderEliminarEso de la señorita candorosa y virginal, ufff... Y con carabina al lado... que no, que no y que no.
¡Qué criaturas más raras, los hombres; quién los entiende!
Te mando un buen golpe con la culata, y un caderazo para que te caigas de la diligencia, simón o tílburi. A ver qué dices desde el suelo, grandullón.