viernes, 7 de mayo de 2010

Buzón (2)



Acabo de levantarme de la siesta, de la que soy acérrimo practicante y fervoroso partidario. Pero ésta, desde luego, no ha sido de las mejores: la consabida llamada intempestiva que te pregunta si tienes internet en casa -¿y a usted qué coño le importa?-, o la de la encuesta insustancial, o el tipo que se ha equivocado de número y ni siquiera se disculpa. Así no vamos a ninguna parte; ¿a qué clase de genio se le ha ocurrido que si me despiertan durante la siesta con sus timbrazos y gilipolleces les voy a contratar algún servicio? No, no ha sido de mis mejores siestas.

Menos mal que al despertarme lo primero con que se encuentran mis ojos es la pila de libros que he recibido durante estos últimos días, bien en el buzón de casa, bien de manos de sus autores: libros que parecen estar diciéndome “léeme, léeme”, en franca batalla con los demás para ser los primeros.
Pero lo primero es un café; lo siento, amigos libros, pero si no me tomo ese café vespertino recién levantado, soy incapaz de haceros caso. Uno -qué le vamos a hacer- tiene sus pequeños y cotidianos ritos -insustanciales, dicen algunos, insanos, opinan otros- y, en la medida de lo posible, procura serles lo más fiel posible.

Ahora sí, ya estoy aquí con vosotros: cafelito, cigarrito…
A ver, vayan pasando:

El tiempo circular, de Pilar Galán, una reedición de los cuentos reunidos con el mismo título hace diez años, aumentada con algunos relatos posteriores.





El escondite, de Irene Sánchez Carrón, una feliz recuperación de los dos primeros libros publicados por la autora ("Porque no somos dioses" y "Escenas principales de un actor secundario", -Premio Adonáis, 1999-), ya prácticamente inencontrables en sus ediciones originales.



Retórica para zurdos, de José María Cumbreño, un volumen de aforismos y breves textos ensayísticos y metaliterarios que se bebe de un trago, pero que deja en la boca un regusto que perdura durante mucho tiempo gracias a la inteligencia y rigor de su escritura.



Agua quieta, de Cristina Grande. Un precioso libro de artículos ilustrados de la escritora aragonesa que ya dio sobradas muestras de talento anteriormente y donde uno, gracias a la generosidad de Cristina, ve su nombre impreso en el texto de contracubierta.



Vivir del aire, de Antón Castro, su primera y acertadísima incursión en el terreno poético después de dejarnos para nuestro regocijo, y entre otros muchos, títulos como "Golpes de mar" o "Fotografías veladas".



¿Qué hago, por cuál me decido? Como no soy capaz de elegir, me erijo en Salomón y los voy hojeando alternativamente: un cuento de Pilar, un poema de Irene, un artículo de Cristina, unos aforismos de Chema, otro poema de Antón…
Y, "nada por aquí, nada por allá", gracias a la magia de sus palabras, ya ni me acuerdo de quienes se empeñan en hacernos la vida más difícil despertándonos de la siesta.

Gracias, amigos.


Referencias:
Los tres primeros títulos en
Editora Regional de Extremadura.
"Agua quieta", en Ed. Traspiés, Col. Vagamundos.
"Vivir del aire", en Olifante. Col. Papeles de Trasmoz.

6 comentarios:

  1. Definitivamente existe la ley de la compensación, o lo que popularmente se dice "no hay mal que por bien no venga"

    Un beso.

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  2. ¿Y qué mejor compensación, Paloma, que un buen libro?
    Es que si no, darían ganas a veces de cometer alguna locura.

    Un beso.

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  3. Veo que, como se dice por estas tierras, "hay andancio" con eso de despertar de la siesta. Ahora, el rol de libros no puede resultar más atractivo. Feliz lectura, Elías. Y ya se sabe, mañana será otro día (ojalá que sin que nadie ose turbar nuestros sueños).

    Un abrazo.

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  4. Isabel Román07 mayo, 2010

    Me gusta lo bien que evocas el momento y el estado de ánimo con que empiezas a atender las visitas de esos señores libros que se van atropellando en tu habitación.
    El relajo, la curiosidad, ese primer encuentro de hojeos gustosos, la demora hasta dar con el momento ideal para disfrutar en la mejor posición y disposición...
    Es la actitud de alguien que quiere a los libros, que los incorpora a lo mejor y más íntimo de su vida, con gusto, sin pedantería, sin necesidad alguna de exhibir nada. Así te veo, Elías.
    Un beso, y buen finde.

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  5. Tú sabes que yo soy más nocturna o de amaneceres, pero encantada de verme incluida entre los despertares de una siesta, café y cigarro incluidos.
    Un beso, Elías.
    Pilar Galán

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  6. Amanecer, siesta... Qué más da, Pilar.
    "En habiendo cama de por medio...".

    Besos, guapa.

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