Hace unos días, directamente desde Barcelona y a través de mi amiga Leonor, llegó hasta mis manos un curioso libro que el próximo año cumplirá una centuria de edad:
Recetario Doméstico -Enciclopedia de las familias en la ciudad y en el campo- (Gustavo Gili, Editor, Barcelona, MCMXI), una compilación de "recetas para todas las necesidades de la vida" y todo tipo de situaciones hogareñas.
Compiladas por (transcribo fielmente) "el Ingeniero I. Ghersi y el Doctor A. Castoldi", encontramos en sus casi mil páginas anotaciones y remedios caseros sobre Adorno de la Casa, Substancias Alimenticias, Combustibles e Iluminación, Licorería, Animales Dañinos, Masillas y Cementos, Cristalería, Abonos...
Después de una cura de urgencia (venía herido por el tiempo y la incuria, con las pastas y el lomo con profundas heridas y cicatrices, que necesitó incluso de su paso por la UCI), y luego de una leve estancia en planta para su convalecencia, ya está en disposición de entregarnos sus secretos.
2539. Aparatos matafuegos. Para la extinción de incendios, se ha generalizado, de pocos años á esta parte, un aparato de forma cónica, especie de gran sifón metálico, en cuyo interior se produce una solución de ácido carbónico, con la cual, rociando el fuego en el momento oportuno, se consigue dominarlo rápidamente.
Dentro del aparato va contenida una solución de bicarbonato de sosa y en su parte superior una botellita de vidrio llena de ácido sulfúrico; mediante una palanca adecuada, se rompe la botella en el momento de usar el aparato, cae el ácido sobre la solución de bicarbonato y se produce el desprendimiento del gas carbónico, el cual cumplirá un doble efecto, esto es, dar presión para la salida del agua formando un chorro enérgico y ahogar la combustión por acción química.
Existen muy diversos modelos y sistemas de estos aparatos, que se van generalizando rápidamente.
Los números indican el orden de las entradas en el libro y se ha respetado fielmente la grafía de las mismas.
Después de una cura de urgencia (venía herido por el tiempo y la incuria, con las pastas y el lomo con profundas heridas y cicatrices, que necesitó incluso de su paso por la UCI), y luego de una leve estancia en planta para su convalecencia, ya está en disposición de entregarnos sus secretos.
2539. Aparatos matafuegos. Para la extinción de incendios, se ha generalizado, de pocos años á esta parte, un aparato de forma cónica, especie de gran sifón metálico, en cuyo interior se produce una solución de ácido carbónico, con la cual, rociando el fuego en el momento oportuno, se consigue dominarlo rápidamente.
Dentro del aparato va contenida una solución de bicarbonato de sosa y en su parte superior una botellita de vidrio llena de ácido sulfúrico; mediante una palanca adecuada, se rompe la botella en el momento de usar el aparato, cae el ácido sobre la solución de bicarbonato y se produce el desprendimiento del gas carbónico, el cual cumplirá un doble efecto, esto es, dar presión para la salida del agua formando un chorro enérgico y ahogar la combustión por acción química.
Existen muy diversos modelos y sistemas de estos aparatos, que se van generalizando rápidamente.
Los números indican el orden de las entradas en el libro y se ha respetado fielmente la grafía de las mismas.
No me extraña que rehabilitaras este libro con tanto mimo, está lleno de perlas. Ya nos traerás alguna más, ¿no?
ResponderEliminarHasta pronto.
Ya la portada del hallazgo promete grandes cosas. La muestra, lo confirma.
ResponderEliminar¡Qué goce eso de tomar un libro en las últimas y someterlo a esmeradas curas a base de limpiezas, cosidos, encuadres y guillotinas! Después, tomarlo de nuevo entre las manos, oler su aroma a pegamento, hundirse en sus secretos...
Seguro que lo disfrutas, Elías.
Un abrazo.
Claro que sí, Mercedes, claro que habrá más.
ResponderEliminarLo abra por donde lo abra, siempre encuentro algo que me llama la atención, algo que me digo que tengo que compartir.
Con más razón ahora, después de tu cariñoso comentario.
Un abrazo.
Pues sí, Antonio, es un goce; pero vamos, no te vayas a creer que soy un buen ciraujano; todo lo más, un sacamuelas de aquellos que te hacían un apaño, causándote a veces más dolor que el que se pretendía evitar.
ResponderEliminarEl libro ha sobrevivido, lo que ya es bastante.
Intentaré disfrutarlo compartiéndolo con vosotros.
Un abrazo.
Buenos días Elías, me gusta lo que escribes. Un abrazo y hasta otra. Primitivo
ResponderEliminarHola, Elías; tiene muy buena pinta la verdad, y creo que soy como tú, acérrimo practicante de la escritura en soledad, incapaz de que pase un día sin colgar una entrada nueva (al menos desde que practico esto del blog). Saludos desde el incipiente mundo de Mangédoc!
ResponderEliminar¡Qué bueno, Elías! ¡Tienes que enseñarme ese libro en alguna ocasión, qué curiosidad me entra!
ResponderEliminarA mí también me gusta lo tuyo, Primitivo.
ResponderEliminar"Bajo una coliflor" también se encuentran perlas.
Un abrazo.
Gracias, Mangédoc, por tu visita y tu comentario.
ResponderEliminarDe momento, en esto del blog, las fuerzas me acompañan, pero no me lo tomo como una obligación sino como un disfrute.
Un saludo.
Isabel: el miércoles 19 voy al "Sande" a presentar dos libros de Cumbreño.
ResponderEliminarMe llevaré el libro para que le eches un vistazo si apareces por allí.
Lo que me gustaría mucho, como bien sabes.
Un beso.
Ya te dije que, por supuesto, allí estaré. Me alegra mucho el poder verte de presentador, y entre amigos. Un beso.
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