Beso. Poéticamente, palpitación de otros labios en tu recuerdo.
Stricto sensu, un irresponsable, insalubre y, no obstante, placentero intercambio mutuo de fluidos atiborrados de microbios y bacterias.
Considerado universalmente como una de las más dulces manifestaciones físicas de la ternura, en algunas sociedades secretas es equivalente a una sentencia de muerte.
Bonita entrada y excelente la foto de Doisneau.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy interesante esta definición del beso. Hubo ocasiones en las que hubiese dado la vida por uno; y otras que la habría entregado por borrarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustan los besos
ResponderEliminarUn beso es un aviso de nuestro fin, el dulce presagio y recuerdo de que lo dulce se nos acaba para empezar a preparar nuestro paladar y mente hacia lo amargo de la vida...
ResponderEliminarUna descripción maravillosa. Un saludo
Xavi
Gracias,Su.
ResponderEliminarDoisneau era un maestro con la cámara en la mano.
Pdta: la Loren, Marylyn, las pin-ups...
También magníficas.
Un saludo.
Es verdad, Mercedes, ¿quién no pasado alguna vez por esas sensaciones que comentas?
ResponderEliminarY cuánto se sufre, y cuánto se goza por un beso.
Uno para ti.
Y amí, Madison.
ResponderEliminarYo soy uno de los que profesan en la cofradía de los "besucones".
¿Ves? Como este que te envío.
No estoy de acuerdo, Xavi; un beso es siempre
ResponderEliminar-o debería ser- aviso de otro.
Y otro, y otro, otro...
Gracias por tu visita y tu comentario.
Un saludo
Con tu permiso, me quedo con la definición, excelente.
ResponderEliminarY ya me dirás algún día, cuando lleguemos a encontrarnos (que ambos estamos en ello) de dónde sacas esas maravillosas fotografías.
Un abrazo. ¡Y viva el beso!
"Beso, palpitación de otros labios en tu recuerdo"
ResponderEliminar¡Vaya fogonazo! Y entiéndelo como quieras, que la lectura no es única. Ese "tu recuerdo" abre el prisma de posibilidades que no tiene "el recuerdo". El yo, el tú y el otro como máscaras de lo mismo: el uno a través de todos, y todos como formas del uno.
Te paso, de cuando yo andaba por los 16 años, algo que escribí al respecto. Era un poema que, de memoria, empezaba así: "El beso es un recuerdo de silencio / donde se muere el tiempo. / Y he muerto, definitivamente he muerto, cuando has besado el tiempo"...Me reconozco en aquel joven de hace más de 30 años y a la vez soy otro, es el paso del tiempo.
Ahora no sé, en cada edad y momento escribimos de pulsos diferentes. Si luego vale o no, si permanece o no es otra cosa. Y a mí no me importa. Hay quienes al escribir quieren ser reconocidos (y es fácil siendo hábil: vida social, favores intercambiados y marketing, y estar en sitios oportunos, querer a toda costa aparecer siempre) Pero escribir o leer por el valor de hacerlo en sí mismo es más digno. Es la discreción que aprendí en Valladolid de sus verdaderos escritores como Miguel Delibes, Francisco Pino (más que discreto, secreto) o José Jiménez Lozano (lean su "Sara de Ur" o "El grano de maíz rojo" para ir picando).
El testimonio de lo escrito valió para nosotros, fue una manera de vivirlo más a fondo. Y conocernos. Y el beso que recuerdas no es nostalgia, en ti mantiene el pulso de un presente.