miércoles, 19 de mayo de 2010

125 v



Los interruptores de porcelana con la palomilla de madera pulida por el uso.

Las “peras” de baquelita negra para encender la luz sin moverse de la cama.

Los cables forrados de tela y remendados con esparadrapo surcando las paredes y los techos.





Los “plomos” con el hilillo de cobre que siempre se fundían de noche.

Las tulipas de ganchillo, papel prensa o arpillera.

Las bombillas, tristes y macilentas, cagadas por las moscas.

La tristeza.



5 comentarios:

  1. Elías, has resumido en el último verso la memoria de un tiempo en el que todo era a base de parches y remiendos (en las casas y fuera de ellas). Esa visión de los cables subiendo y bajando por los rincones, los rodapies, por encima de las puertas; los interruptores de porcelana, con la rosca pasada muchas veces; las peras, aquel invento que nos gustaba tanto de niños... y sí, la tristeza de una España que aún tardaría en salir de aquella miseria ancestral a la que algunos se empeñaban en seguir condenando.

    Un abrazo.

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  3. Habla, memoria. Llueve, melancolía. Nieva, infancia.

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  4. Recuerdo esos interruptores y sobre todo has hecho que recuerde cuando iba a visitar a mis abuelos.
    Techos altos, casa encalada...

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  5. Me has hecho recordar otros tiempos en el pueblo cuando era niña...
    Saludos.

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