viernes, 24 de mayo de 2013

Milonga de la ganzúa



Letra de Raúl González Tuñón
Música de Juan Carlos Cedrón



Los ladrones usan gorra gris,
bufanda oscura y camiseta a rayas;
y si no, no;
alguno lleva una linterna sorda en el bolsillo.
Por otra parte, se enamoran de robustas muchachas,
coleccionan tarjetas postales y a veces
lucen un tatuaje en el brazo izquierdo:
una flor, un barco y un nombre: Rosita.
Todos los ladrones están enamorados de Rosita,
y yo también.
Los ladrones saben silbar,
bajarse de los coches en movimiento
y bailar el vals.
Aman sobre todo a su madre anciana
y cuando ésta se les muere
cantan un tango, lloran desconsoladamente
y de las cosas dejadas por la muerta
a repartirse entre los hermanos eligen…
una virgen de plata y el canario.
 

Vengan a verlos por las mañanas
con la gorra hasta las orejas:
han desvalijado a las viejas
del asilo de las Hermanas.
Dilapidarán sus dineros
con mujeres y malandrinos
en tugurios y merenderos,
en milongas y clandestinos.
Oirán un tango de Pracánico
y en lo del Pena, ole con ole,
mientras sueñan con Rocamboles
las muchachas en el Botánico.
Del parque Goal, los versolaris
humedecerán sus mejillas
cantando sombrías coplillas
a la manera de Olivari.
A la noche, con la mamúa,
irán de pura recalada
a besar la crencha engrasada
que cantó Carlos De La Púa.
Y son humanos, inhumanos,
fatalistas, sentimentales,
inocentes como animales
y canallas como cristianos.
Ninguna angustia los desgarra,
cada cual vive como quiere;
cuando la madre se les muere
le ponen luto a la guitarra.


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