Si la vida hubiera sido con él, y con nosotros, algo más generosa de lo que acostumbra, mi amigo y maestro Ángel Campos Pámpano hubiera cumplido hoy 56 años. No pudo ser: la muerte, codiciosa y amarga, vino a por él antes de tiempo dejando a quienes lo quisimos tanto, a quienes tanto lo seguimos queriendo, una pena honda y larga.
Honro su memoria con un poema suyo y un breve texto mío surgido del corazón.
Miraduoro de Santa Lucía
Si todos los colores son el blanco,
cómo decir el gesto, la ventana
o esa nube encendida
sobre el río que es luz
que no se nombra y arde
y pasa y ya es olvido.
(De La ciudad blanca, Pre-Textos, 1988)
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Me acuerdo de Ángel Campos Pámpano cuando estaba escribiendo La ciudad blanca.
Yo también me acuerdo, como tú. Y permanece en mí la emoción del cariño, sin que decline un átomo. Cuando escribo, lo sigo haciendo con todo lo que aprendí de las palabras de Angelito. Sigue en nosotros vivo. Decisivo.
ResponderEliminarEl recuerdo de Angelito es imborrable; y más, en días como hoy. Aunque seguimos disfrutando con la luminosidad de su obra, es tristísimo no poder hablar con él.
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