miércoles, 28 de marzo de 2012

Imágenes a contraluz (Juan Yanes)


Hace unos meses, trasteando por la red de enlace en enlace y tiro porque me toca, fui a parar al magnífico blog de Juan Yanes, Máquina de coser palabras, especializado en microrrelatos. Como de un tiempo a esta parte uno anda, entre otras cosas, enredado con varia fortuna en esa forma literaria, me atreví a enviarle a Juan un texto de esas características. Contestó casi a vuelta de correo, abriéndome de par en par las puertas de su casa.
Desde entonces, varias han sido las ocasiones en que llevado por la imprudencia, la temeridad e incluso la pesadez -perdóname, Juan- he llamado a esa puerta. Y así fuera a horas intempestivas, siempre la he encontrado abierta. Hoy recibo su devolución de visita con estos textos que me ha enviado a petición mía. Simplemente porque me apetecía que él también visitara mi casa, y porque quería presentarlo a quienes aún no lo conozcáis.
Ha tenido, además, la generosidad de dedicármelos.
Gracias, Juan.


Imágenes a contraluz

Para mi amigo Elías Moro, desde una cierta nostalgia

I
Ahora naces. Ahora rompes la delgada tela que te separa del mundo.

II
Escuchas las veloces pisadas de la Turununa por las callejuelas de piedra con el tubito de penicilina en la mano para que no te mueras, como se van a morir los otros. La gente no sabe para qué nace, para qué vive. Se vive para vivir, dice la Turununa que está loca, como los pájaros. Tú tampoco sabrás para qué vas a vivir.

III
Húmedas lombrices deslizándose en el interior del barro. Tus manos, ese juego. Un intenso olor a lluvia, a tierra mojada que respira. Aún no han florecido las dalias, pero su alto manto de hojas te permite desaparecer. En ese túnel vegetal no se oyen los gritos ni las llamadas.

IV
Escondido, siempre escondido. Invisible. Mirando por las rendijas, confundido entre los pliegues de las cortinas, fingiendo no ver nada. Las puertas entreabiertas. No mires las sábanas ensangrentadas que sacan del cuarto de tu madre. No escuches los gritos ni las llamadas ni las medias palabras que se dicen unos a otros.

V
Tú ves la sangre. Tienes una memoria en rojo de la sangre de los animales sacrificados. Los ojos desorbitados de las vacas y los toros del matadero municipal, llenos de espanto. Y tú ves caer la puntilla y cómo se desploman esas hermosas criaturas y el sonido del esternón sobre el suelo. Tú pasas las horas y los días contemplando el rito de la sangre derramada y de su olor.

VI
Ahora subes al Continente bordeando un horizonte infinito de agua salada. La luz que refleja la cúpula dorada de la catedral te ciega, a medida que el barco se acerca a la bahía y vuelan los peces como palomas por el cielo de aquella salada claridad.

VII
Un tren. Un tren que serpentea colgado de las paredes de la cornisa de la Sierra. Abajo, el fondo de plata oscura y sinuosa del río. La fila de gente con las tarteras de aluminio en la mano esperando la comida caliente.

VIII
El frío coagula la luz y el blancor de la nieve entre los olivos del viento que silba como un látigo vareando el fruto negro que recoges con tus manos.

IX
Todavía no has visto la muerte. Oyes hablar de ella. Ves pasar los ataúdes y sigues hasta el cementerio y escuchas el ruido de la tierra al caer. Pero no has visto la cara de la muerte, no la has tocado, no has sentido el frío de sus manos yertas.

X
Tampoco conoces la vida. Ignoras la proximidad del abismo cuando tocas con la lengua la orografía complicada y majestuosa del cuerpo y del alma de la mujer que te devora. No sabes lo que es morir en la herida de sus labios.

XI
Ahora recoges los frutos de la higuera. La luz interior de los higos de leche con sus gotitas de almíbar en el pezón. Las higueras en el filo de los bancales al borde de los muros y los ojos de los gitanos de piel azul, de pelo azul, de manos azules pidiéndote de comer.

XII
Hoy has aprendido a hacer una pajarita de papel, pero ahora corres alocado por las galerías porque dicen que el tío Cipriano se tiró a las vías del tren y subes a la tapia y está todo cubierto de nieve, y ves aquellos manchurrones de sangre congelada y un revoltijo de ropa ensangrentada que dicen que es el tío Cipriano. Es el primer muerto de tu vida, pero tampoco lo tocas, sino que miras. Ya nunca te podrás quitar esa imagen de la vista.

XIII
¿Para qué has venido aquí, que no hay más que muerte?
Muertes dictadas sin piedad y ejecutadas al amanecer, de las que tú no tienes noticia. Nombres que no te dicen nada, porque no sabes nada. Y el sonido de los hierros contra los barrotes que los otros condenados hacen sonar acompasados, como un latido contenido de furia. “Madrid, 20 de abril de 1963. Ha sido cumplida en la madrugada de hoy, la sentencia de pena capital dictada por la jurisdicción competente contra Julián Grimau García”.

XIV
Pero tú no lees los periódicos y tu memoria se diluye entre las cosas pequeñas intentando sobrevivir al dolor que te producen los sabañones que te salen entre los dedos de los pies y de las manos y en el bordillo de las orejas. Déjame guardar alguna de estas imágenes a contraluz, antes de que se desvanezcan como el humo en el aire. Tú sólo piensas que pase el invierno y regrese la luz de los higos de leche con sus gotitas de almíbar en el pezón.


Islas Estrafalarias, 21 de marzo de 2012

4 comentarios:

  1. he visto la página y m ha parecido delicisamente interesante, gracias, ahora os sigo a los dos

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  2. Llego lanzado por una de las teclas de la máquina de Juan, quién está em mi circuito de lecturas imprescindibles.

    Además de disfrutar de su texto, me encuentro con que tampoco me debería perder los tuyos; así que -si no te parece mal- me quedo asomado a tu ventana.

    Un saludo.

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  3. Juan tiene la virtud doble virtud de ser un gran escritor y un gran orientador (he utilizado muchas veces su página como brújula literaria). Ahora nos trae hasta aquí, con gran acierto, como siempre.
    Abrazos

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  4. Siempre es sabroso leer el trabajo del buen amigo Juan, y ese cierre está maravilloso y sugestivo.

    Y que bueno que también nos sirva de pretexto para seguir visitando este magnífico blog.

    Saludos

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