Hoy, casi dos años después de aquel venturoso día en que me acerqué a Badajoz para conocerle en persona, Francisco Javier Irazoki, navarro de Lesaka, cosecha del 54, viene a Mérida para participar en el Aula “Delgado Valhondo”.
Desde entonces, el eje París-Mérida ha mantenido un frecuente intercambio de textos, noticias y afectos varios.
Hoy, después de todo este tiempo, podré abrazarle de nuevo en persona. No en vano, Zoki, como gustan de nombrarlo sus amigos más cercanos, arrastra fama -ganada a pulso, doy fe- de gran abrazador. Tan merecida ésta como la que justamente goza tanto de magnífico poeta como de mejor persona.
Musicólogo de formación y poeta de vocación (en sus textos se aúnan con palpable armonía estas dos artes, acaso las más elevadas creadas por el hombre), Irazoki ofrecerá una lectura de su obra, abierta al público, en el "Salón Capilla" del Parador a las 20:00h.
Tres años después de su último libro, La nota rota, está próximo a editarse Retrato de un hilo, en la editorial Hiperión.
Os dejo con un poema, de su libro Los hombres intermitentes, incluido en el cuadernillo publicado con motivo de su lectura.
Muerte transitable
Todas las mañanas, antes de empezar los trabajos del día, miro durante varios minutos las flores plantadas delante de mi puerta. A los pies de las dalias, unas hormigas recorren el tapiz de pétalos caídos. Con las derrotas que impone el tiempo ellas han construido su camino.
Para ti, para él y para los que os vais a juntar en su lectura, os comparto mi alegría y celebración. ¡Si yo pudiera estar también...! Acordaos de poner junto al Guadiana un poco de su voz para que quede siempre, como la bondad, la belleza y la consideración de las pequeñas cosas que tanto hay en su palabra y persona.
ResponderEliminarElías, las mismas palabras que dejaba ayer aquí, con relación al acto de Zaragoza, podría decir respecto a la velada de esta noche. Disfrutadla. ¡Qué envidia! (digamos que sana: con guiño cómplice).
ResponderEliminarUn abrazo.
Antiel noche fui a ver y a escuchar la lectura de Javier Irazoki al Parador de Mérida. Más allá de lo que me impresionó en directo una poesía que ya conocía, quiero decir que es uno de los tipos más entrañables, sorprendentes y cariñosos que he conocido. Un par de horas y sellamos amistad de por vida. Ya me lo venía advirtiendo Elías Moro tiempo atrás. Pero uno nunca llega a creerse esas cosas hasta que las vive delante de la cara. ¡Tal es la ruindad de la que estamos hechos!
ResponderEliminarElías, por lo que me cuentas hoy en tu carta, has debido disfrutar mucho de esos dos intensos días emeritenses en la compañía de este hombre y poeta singular. ¡Cuánto me alegro!
ResponderEliminarA mí me habría encantado poder escaparme a Mérida para esa tarde memorable, pero por ahora tendré que conformarme con vuestro relato y con el cuadernillo que me has ofrecido.Un abrazo