Tras un sueño que le pareció una eternidad, se levantó un poco perplejo, sin saber muy bien dónde estaba.
Se notó sucio y extrañamente ligero, como si hubiera perdido peso de golpe, y con un desconcertante sabor a arena en la boca.
Según se iba sacudiendo el polvo, su cuerpo se deshacía en aquellos lugares donde los huesos de la mano golpeaban los jirones de ropa.
A sus pies, entremezclado con algunos fragmentos esparcidos aquí y allá, un montón ceniciento iba creciendo lentamente.
Excelente micro. Sorprende que no haya aún ningún comentario al respecto. Gran tensión en unas pocas líneas.
ResponderEliminarUn abrazo.