Para el caballo Turpín y para los perros Ney y Norés, y para ir a Meira a mandarlos, injertar cerezos y llevar la cuenta de los obreros que venían a los trabajos, estaba José del Cairo, que era un mozo muy alto y algo metido de hombros, con el pelo rizo, los ojos pequeños y chispos, y muy burlador; en hombre de tanta guinda pasmaban las manos pequeñas y amadamadas que tenía, y era mañoso para cualquier arreglo, y también loco por la caza. Por lo burlador no amistaba mucho con la gente. Pero era valiente, e igual salía con noche cerrada para Lugo, atajando por la fraga de Eirís, donde todos los días el lobo saluda a la gente. El perro Ney dormía a los pies de su cama, y a mí comenzó a mirarme amistoso cuando Norés, un perro luntrero, negro como la noche, pero con la gracia de tener las bragas blancas, arisco para los ajenos, pero muy dócil para los de casa, dio en venir a mi camarote a hacer noche. Yo me dormía al acuno de su roncar continuo. José del Cairo, fuera de la trapisonda de sus burlas, era un hombre callado. Comía a la mesa con los señores en los días de fiesta, y le quitaba de mala gana la gorra a los clérigos.
(De Merlín y familia)
Ippolitos.- Perro dálmata, que fuera amigo del gobernador del Basileo en la isla de Tamnos.
Se apartó de la confianza de éste por culpa de una perra francesa, que trabajaba a deshora en el puerto, sin guardar las épocas de celo.
(De Vida y fugas de Fanto Fantini)
Un texto singular el de Cunqueiro, supongo que intencionadamente arcaizante. Un saludo cariñoso, Elías. ¿Cómo andais de frío por Extremadura?
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