Desempolvo
de cuando en cuando mi vieja máquina de escribir (Olivetti DORA) que
tantos buenos momentos me ha hecho pasar: acaricio sus teclas, recoloco en su
sitio la cinta bicolor -anarquista-, le sacudo el polvo, hago moverse de
derecha a izquierda, y viceversa, el carro para que no pierda la práctica…
Quiero
conservarla en uso, como esas viejas fotografías de antiguos amores que nunca
se acaban de romper.
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