Un
rebaño de ovejas inmóviles, con las cabezas gachas en medio de un paraje seco,
agostado. El chirrido metálico de las chicharras con esa extraña facultad de
presagiar más calor aún. El sudor metiéndose en los ojos después de empapar el
último pañuelo.
Calor,
calor y más calor, pariente cercano de la apatía y la desgana.
Dónde hay que firmar. Asumo la sensación al cien por cien.
ResponderEliminarAbrazos.
Uf, firmar... Con la caló que hace. Quita, quita. Ya firmaremos otro día.
ResponderEliminarAbrazo