Sin su sombra, las cosas no existirían.
La llevo pegada detrás, incansable y sórdida, arrastrándose por las aceras y los charcos al ritmo de mis pisadas durante toda la vida.
Estoy ya un poco cansado de ese acoso insistente, así que para librarme de ella varío de improviso la dirección de mi camino intentando despistarla: rápidamente, doblo dos esquinas en ángulo recto, y con esa simple maniobra soy yo quien se convierte de golpe en su perseguidor.
Es un remedio, lo sé, transitorio y fugaz, inútil al cabo.
Ella no comprende el por qué de mi gesto repentino, mi caprichosa traición a su lealtad de siempre, pero ahí está de nuevo, ahí sigue estando, terca, a merced de mis pies y mis intenciones. Pegada a las suelas de mis zapatos, es ella ahora la que, para variar, tiene miedo de mí.
Y durante esos pocos momentos, me río yo de mi sombra.
Ni siquiera en la más absoluta oscuridad podemos desprendernos de nuestra sombra.
Por la noche, a la intemperie, nuestra sombra nos abandona dejándonos, ahora sí, en la más completa oscuridad; y ésta, entonces, se hace aun más densa y oscura, más terrible y amenazadora.
Existen sombras que no sabemos de dónde emergen, cuál su oculto origen; son esas presencias que unas veces amenazan y otras acompañan.
Imágenes: George Krause
Igual que la sombra son nuestros pesares, cansinos, no hay quien se libre de ellos por más que huyamos, aunque a veces lo parezca.
ResponderEliminarUn saludo y hasta la próxima.
No sé si es porque tengo buen día, pero a mí me acompaña mucho, incluso le he hablado alguna noche yendo para casa sola desde Malasaña, en aquellos días.
ResponderEliminarAdemás no me gustaría que me llamaran malasombra.
Mu güeno, te sienta bien el verano, Elías.
Saludos
"Sombras nada más entre tu vida y la mía, sombras nada más entre tu amor y mi amor".
ResponderEliminarUna hermosa canción que casi todos conocimos como bolero pero que antes, y esto mucha gente lo desconoce, fue tango.
Abrazos.