Hace 4 años
lunes, 29 de agosto de 2011
Nomenclatura y Apología del Carajo
La lengua castellana es tan copiosa,
en voces y sinónimos, tan rica,
que con nombres diversos, cualquier cosa
o con varias metáforas explica.
Monarca Soberano, y Rey... ¡qué encanto!
Todo es un mismo nombre repetido;
y tres veces también con un sentido
son, Pontífice, Papa, y Padre Santo.
Pero hay de grande aprecio entre los hombres,
un cierto pajarraco, o alimaña,
que tiene más sinónimos, y nombres
que títulos tenía el Rey de España.
Yo, por tal de evitárosle trabajo
de una investigación algo penosa,
diré que esa alimaña, o quisicosa
no es el Papa, ni el Rey sino... ¡el Carajo!
Miembro Viril, o miembro solamente
le llama el diccionario... ¡Qué Mezquino!
Sus nombres en el uso más frecuente
son el nabo, el zurriago, y el pepino
el cimborio, la tripa, y el virote
(flores son de la Lengua Castellana)
el visnago, la pica y la macana
son como la mazorca y el cipote.
El príapo, la porra, y el chorizo
el rábano, la pija, y el badajo;
picha y ciruela en Español castizo
son sinónimos todos del Carajo.
El vergajo; la guasca, y mango
el tarugo, el lenguado, y la banana
el pito, y el vitoque... es cosa llana
que equivalen al chocho, y al zanguango.
La butifarra, el tronco, y la batata
o el lagarto, le llama cualquier topo,
el aquello, o la cosa, la Beata
y el Fraile, la correa, y el hisopo.
Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo
otros, el motillón, y el calabrote;
los músicos, la flauta, o el fagote
y el artillero espeque, o sacatrapo.
Siguiendo a la metáfora la hebra
llámanle el narigón, el nene, el chato,
el tramojo, el merengue y de barato,
van péndulo, panal, bicho y culebra.
La berenjena, la pistola, el dómine,
bien lo sabe cualquiera chuchumeco
todos vienen a ser Carajo "in nomine"
lo mismo que el gazapo, y el muñeco.
En el estilo vulgar, llámanle el rabo
y algunos el peludo... ¡Impropio nombre!,
pues por más pendejudo que sea un hombre
no tiene tales pelos en el nabo.
Tiene otros cien apodos que no cuento
que aplica cada cual, según su antojo
como el corvo, la pieza, el instrumento,
el mondongo, el apéndice, el hinojo.
El negocio, la polla, y la poronga
van como suplemento... y pica punto
que no falta purista que suponga
que esto el miembro, y cojones todo junto.
He aquí en todas sus fases, y conforme
a la ley, por el uso sancionada,
con setenta y tres nombres señalada
aquella quisicosa-multiforme.
La cajeta de nombres menos rica
no puede competirle y alza moño
aunque ostenta sus títulos, de Chica
o de raja, argolla, concha y coño.
Lejos de competirle, queda abajo
en buena hora, le añadan papo, y chocho,
nombres de morondanga... Ellos son ocho
y entre todos no valen un ¡Carajo!
Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho
cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho...
Interjección potente del despecho
que si es echada a tiempo, vale mucho.
Del sexto en los sentidos corporales,
es el carajo la mejor prescea;
y más si es de esos miembros burricales
que ostentan a la par Fajardo y Zea.
Palabra comodín, que entra al destajo
en todo, pues se dice sin reproche,
fría como un Carajo está la noche
o caliente está el sol, como un Carajo.
Un buen gallo contenta a cien gallinas
y a diez hembras, cualquier mameluco,
y por ser bien armado, el Rey Nabuco,
se preñó a cuatro cientas concubinas.
No me vengan hipócritas devotos,
tratando de indecentes mis razones,
ellos dicen, testículos y escrotos,
y se asustan de huevos y cojones.
El venerable Astete, sin reparo,
y en verdad que ninguno lo acrimina,
no fornicar prescribe en su doctrina
que es decir, no joder hablando claro.
Masturbación... ¡satánico delito!
clama el predicador; pero un galopo
sigue en la tanda de sobarse el pito
¿Por qué? Porque no entiende aquel piropo.
En asunto de nabo, o de cajeta
pan, pan, y vino, vino, es lo acertado;
dígase claramente que es pecado
el hacerse la paja o la puñeta.
El profeta Ezequiel, dis que Doliba
se entregaba a cualquiera rodaballo
con tal de que le arrimasen panza arriba
verga de burro, y chorro de caballo.
Un Carajo de un seme, grueso y sano
es digno de coronas y guirnaldas
Así ante tan potente soberano
las nobles y plebeyas, caen de espaldas.
Hay de Carajos, variedad bastante:
largos, cortos, redondos, puntiagudos,
derechos y torcidos, servigudos,
y romos y de punta de Diamante.
Si el miembro de botón, como el de un perro
se engancha al fornicar y es un estorbo
y es bueno que sea duro, como un hierro
y es mejor es derecho, que no corvo.
En fin, aquí termina mi trabajo;
si algún censor severo lo condena
que me eche un buen Carajo... en hora buena.
¡Qué más quisiera yo, que un buen Carajo!
Francisco de Acuña y Figueroa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Manda carallo!, que diría un gallego. Algo así como decir, ¡manda carajo!
ResponderEliminarAgudo e ingenioso, aunque me da que algunos versos (pocos) cojean un poco.
Un abrazo.