Seguramente no tiene nada que ver, pero no sé, no sé, a veces estas cosas nos juegan malas pasadas en los momentos más inoportunos.
Aunque me he aliviado a conciencia antes de salir de casa (como si ya me diera en la nariz algo así), después de pasar un rato viendo cuadros que no lo son, esculturas que no lo parecen ni tampoco lo pretenden, “instalaciones desinstaladas”… en el Museo de Arte Moderno, cuando me enfrento sin anestesia ni nada a una fotografía gigante de esa imagen que veis (mierda -literal, no metafórica- enlatada del "artista"), cuando contemplo estupefacto semejante espanto y gilipollez, siento de golpe unas ganas irrefrenables de orinar y la compaña (que decía mi abuela): me meo patas abajo, me voy de barilla, he de tirar ya mismo de bragueta y calzoncillo, voy a darle trabajo a los esfínteres, no me aguanto ni un minuto más.
Tengo que salir del museo casi a la carrera porque no me atrevo a hacerlo allí dentro, en los lugares que supongo habrá dispuestos al efecto para las urgencias excretoras del personal, tanto mayores como menores.
Y es que nunca se sabe; no vaya a ser que, sin querer, orine, o defeque, o ambas cosas al tiempo, inmisericorde y placentero (con ese deleite inenarrable -quien lo probó, lo sabe- que se experimenta al liberar con premura lo que nos sobra y molesta en los entresijos), sobre la obra de arte de algún posmoderno -los retretes públicos son cada vez más raros y difíciles de uso-, el artífice que expone se lo tome a mal, y montemos un escándalo por una tontería.
Estoy por sospechar -dado mi apremio intestinal no he podido comprobarlo in situ, pero no me extrañaría ni un pelo de estos fulanos- que junto a los excusados, los organizadores hayan provisto un buen suministro de latas ad hoc por si algún visitante se sintiera epígono del “maestro”, enlatara allí mismo la suya propia después de proceder a modo, la cediera gustosamente a los fondos del museo, y éste, oliéndose el negocio, pudiera seguir sacándole unas perrillas a los incautos con una nueva exposición organizada ex profeso con las deposiciones más recientes y novedosas inspiradas por "el clásico transalpino".
Que nunca se sabe donde salta la liebre y cosas más raras se han visto.
"Obra de arte": Piero Manzoni
Lo peor es que algunos ganan una "pasta" gansa con eso que algunos entendidos llaman arte.
ResponderEliminarUn saludo
Me estoy acordando de una visita que hice hace años al Museo Contemporáneo de Barcelona -un error que no he vuelto a cometer, soy de las que aprenden- y entre mil trastos, montañas de zapatos, latas de refrescos, fotografías de abuelos... qué se yo, encontré un cuadro llamado "Línea roja sobre gris" de unas enormes proporciones. El título describía perfectamente la obra. Y me acordé de Rusiñor, de Picasso, de Renoir, de Sorolla... y del tiempo que perdieron aprendiendo a pintar. El cuadro valía una pasta gansa.
ResponderEliminarHasta pronto.
Me contaron nos amigos (uno, pintor; otro, crítico de arte)que en cierta ocasión, hace muchos años, fueron a una exposición de pintura y escultura en Madrid. Las obras, se suponía, eran vanguardistas y provocadoras, y ambos se presentaron allí con "mente abierta", dispuestos a buscar la metáfora en la insinuación más insospechada. Tras haber visitado un par de plantas, ya en el sótano, se encontraron, cerca de los ascensores, una escalera de tijera, con un mono de trabajo colgado de uno de los peldaños y manchas de pintura (de las de brocha gorda) por todos lados. Ambos comenzaron a dilucidar sobre el significado de la obra, acometiendo explicaciones de lo más peregrinas, a las que sustentaban con sesudas razones artísticas y sociales. En esas andaban cuando el currito de turno salió de los servicios, cargó con la escalera, entró en el ascensor y les dejó con la cara de pardillos que debieron poner, según confesión propia. Con buen humor, se partían de risa al contarlo, asegurándome haber aprendido la lección para futuras visitas a exposiciones tan "avanzadas".
ResponderEliminarAhora, lo de la lata, ¿no sería para plantearse la restauración de la pena de muerte? (¡Hala, qué bestia!)
Un abrazo.
La falta la cometen los tratantes del arte y la manera de cómo atesorar, según cánones comerciales que ellos maquinan, junto a los banqueros del mundo.
ResponderEliminarEl autor de la lata, si le han pagado bien, estará tan contento.
Personalmente, prefiero el museo D´Orsay de Paris, por ejemplo.
Apasionante el tema.
Saludos
Gracias a todos por vuestras aportaciones en tan espinoso asunto.
ResponderEliminarAl hilo de lo que comentan Mercedes y Antonio, recuerdo ahora un suceso similar en una feria de arte, cuando la señora de la limpieza barrió lo que ella consideraba porquería que había en el suelo y resultó ser "la obra" de un "artista".
Se montó una buena.
Saludos