Añil
en la determinación del huérfano de madre,
en el semblante vertical del hipocampo,
en la irreductible voluntad del cardo salvaje,
en el espíritu perverso del zafiro,
en la muerte repentina de las tardes,
en la precisión de los documentos de guerra,
en la torva despedida de los huéspedes,
por el enigma sin explicación del beso.
Uf... cada verso es en sí un poema. Sigues superándote en esta hermosísima serie multicolor. El verso final, redondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo sabes. Cada poema tuyo de los colores es una fiesta de los sentidos. Gracias.
ResponderEliminarBesazo.
Me lo llevo a twitter. Tres besos.
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