Con este terrible sufrimiento a cuestas tengo la sensación de que mi cuerpo, todo mi ser, se ha reducido de golpe a la mínima expresión de una muela, de un terrible dolor de muelas.
Parece mentira que tan minúsculo elemento de nuestra anatomía pueda provocar semejante suplicio.
Con cada latido de la sangre, con cada átomo de aire inspirado, con cada roce inesperado de la lengua -que no hay manera de que se quede quieta-, ese insidioso y atroz sufrimiento se hace presente en todo su esplendor, se eleva a la enésima potencia en la escala del sufrimiento.
Y en esta tesitura, comprenderán ustedes que no me importara en absoluto que el mundo se desmoronase a mi alrededor si ello significara algún alivio a mi tormento.*
*Sus ojos se cerraron (Tango)
Ánimo, Elías. Mucho Nolotil y Nurofen y todo lo que pueda calmar el dolor, aunque te adormezca. Un fuerte abrazo, j12
ResponderEliminarYa pasó, Jordi, ya pasó.
ResponderEliminarBueno, fue hace años, pero todavía me acuerdo del muy puñetero.
Abrazo.
A veces hasta los recuerdos duelen. Al leer tu entrada, la lengua se me ha ido instintivamente hacia lo que fue muela. Debe ser uno de esos síndromes de miembro fantasma (o algo parecido). Un saludo.
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